(Continuación) De la segunda pregunta, al parecer, el medio transmisor han sido los “Erasmus” italianos. Ya saben, esos alumnos que vienen con una beca como si fueran estudiantes.
A propósito del nombre del programa de estudios, Erasmus. Pese a las apariencias no proviene del gran Erasmo de Rotterdam. No.
Erasmus es sólo un afortunado acrónimo. Una palabra formada por las iniciales de las que dan nombre a un organismo o un objeto.
Un acrónimo clásico es RENFE, obtenidos con las iniciales de Red Nacional de Ferrocarriles Españoles. Y sin bajarnos del tren, otro acrónimo es AVE, Alta Velocidad Española.
Algo así es lo de Erasmus. Es el acrónimo, en inglés, de «European Region Action Scheme for the Mobility of University Students». Que traducido resulta algo así como: «Plan de Acción de la Unión Europea para la Movilidad de Estudiantes Universitarios». Ay es ná.
En ella se narra cómo un joven enamorado convence de su amor a una mujer, contándole una leyenda que se inventa y en la que los novios colocan un candado y una cadena en el tercer farol del lado norte del puente, y después de cerrar el candado, tiran la llave al río Tíber.
Esa es la historia del rito. Una leyenda dentro de una novela. Un rito que imitaron los estudiantes italianos y trajeron a Sevilla.
Y de los italianos Erasmus enamorados ha pasado a los sevillanos residentes y también enamorados.
Y se ve que la cosa ha gustado porque el puente de Triana está lleno de candados. Los ferreteros de las proximidades, ni que decirles tengo, están encantados con la moda. El público sevillano sin embargo, está repartido. Ni a favor ni en contra. Ya saben cómo somos.
No tanto se puede decir de los romanos. Al parecer, una de las farolas de las que cuelgan los candados, allá en Roma, se ha caído ya dos veces. Y un grupo ecologista ha pedido que, al menos, las llaves que utilicen los enamorados sean biodegradables.
Lo dirán por la contaminación química. Natural. Con los tiempos que corren. Y como son los ecologistas para estas cosas. Así que allí la moda no ha caído tan bien.
Bueno la Comisión Local de Patrimonio dice que permanecerá vigilante ante el creciente número de candados baranderos. Y que los irá quitando de vez en cuando. Ya el otro día se pusieron manos a la obra. Al parecer había más de mil.
Si le echamos unos números vemos que, a 250 g de media cada candado, da la nada despreciable cifra de 250 kg. Lo que no está nada mal. Dicen que a lo mejor lo quitan cada 15 días. O sea. Que más de lo mismo.
A propósito del nombre del programa de estudios, Erasmus. Pese a las apariencias no proviene del gran Erasmo de Rotterdam. No.
Erasmus es sólo un afortunado acrónimo. Una palabra formada por las iniciales de las que dan nombre a un organismo o un objeto.
Un acrónimo clásico es RENFE, obtenidos con las iniciales de Red Nacional de Ferrocarriles Españoles. Y sin bajarnos del tren, otro acrónimo es AVE, Alta Velocidad Española.
Algo así es lo de Erasmus. Es el acrónimo, en inglés, de «European Region Action Scheme for the Mobility of University Students». Que traducido resulta algo así como: «Plan de Acción de la Unión Europea para la Movilidad de Estudiantes Universitarios». Ay es ná.
En busca de los orígenes
Aclarado esto, sólo nos queda por saber cual es el origen de esta moda. Hasta donde he podido averiguar se encuentra en la novela Tengo ganas de ti de Federico Moccia, publicada en el 2006.En ella se narra cómo un joven enamorado convence de su amor a una mujer, contándole una leyenda que se inventa y en la que los novios colocan un candado y una cadena en el tercer farol del lado norte del puente, y después de cerrar el candado, tiran la llave al río Tíber.
Esa es la historia del rito. Una leyenda dentro de una novela. Un rito que imitaron los estudiantes italianos y trajeron a Sevilla.
Y de los italianos Erasmus enamorados ha pasado a los sevillanos residentes y también enamorados.
Y se ve que la cosa ha gustado porque el puente de Triana está lleno de candados. Los ferreteros de las proximidades, ni que decirles tengo, están encantados con la moda. El público sevillano sin embargo, está repartido. Ni a favor ni en contra. Ya saben cómo somos.
No tanto se puede decir de los romanos. Al parecer, una de las farolas de las que cuelgan los candados, allá en Roma, se ha caído ya dos veces. Y un grupo ecologista ha pedido que, al menos, las llaves que utilicen los enamorados sean biodegradables.
Lo dirán por la contaminación química. Natural. Con los tiempos que corren. Y como son los ecologistas para estas cosas. Así que allí la moda no ha caído tan bien.
...Y Sevilla
Aquí en Sevilla, el baranda de Cultura está como siempre. A verlas venir. Para variar.Bueno la Comisión Local de Patrimonio dice que permanecerá vigilante ante el creciente número de candados baranderos. Y que los irá quitando de vez en cuando. Ya el otro día se pusieron manos a la obra. Al parecer había más de mil.
Si le echamos unos números vemos que, a 250 g de media cada candado, da la nada despreciable cifra de 250 kg. Lo que no está nada mal. Dicen que a lo mejor lo quitan cada 15 días. O sea. Que más de lo mismo.
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