Ignoraba, hasta el momento en el que decidí escribir estas líneas, que en su obra existieran relatos cortos.
Y eso que el escritor católico no desaprovechaba ninguna oportunidad, para seducir a sus oyentes con un buen cuento improvisado. Sin embargo, fueron muy pocos los que llegó a publicar.
No parece que al genial Oscar Wilde le interesara lo más mínimo. Es lo que tiene el talento de los genios, que no es como el del resto de los mortales.
Para ellos, el genio se distingue del talento en que es intuitivo. Les dejo con 'La locura de Simón'.
Y eso que el escritor católico no desaprovechaba ninguna oportunidad, para seducir a sus oyentes con un buen cuento improvisado. Sin embargo, fueron muy pocos los que llegó a publicar.
No parece que al genial Oscar Wilde le interesara lo más mínimo. Es lo que tiene el talento de los genios, que no es como el del resto de los mortales.
Para ellos, el genio se distingue del talento en que es intuitivo. Les dejo con 'La locura de Simón'.
“El viejo tomó asiento e inclinó la cabeza,
mientras los reproches de su enojada esposa resonaban en sus oídos.
- ¡Viejo tonto y necio! ¿Por qué pierdes tu tiempo deambulando por ahí? Tu padre y su padre, y el padre de éste, todos fueron guardianes de la puerta del templo. Si hubieras sido más veloz cuando te enviaron, sin duda también te habrían nombrado guardián.
Pero ahora han elegido en tu lugar a un hombre más dispuesto ¡Oh, viejo tonto, que preferiste vagar por ahí para cargar la cruz de un joven carpintero, uno que en vida fuera un sedicioso criminal!
mientras los reproches de su enojada esposa resonaban en sus oídos.
- ¡Viejo tonto y necio! ¿Por qué pierdes tu tiempo deambulando por ahí? Tu padre y su padre, y el padre de éste, todos fueron guardianes de la puerta del templo. Si hubieras sido más veloz cuando te enviaron, sin duda también te habrían nombrado guardián.
Pero ahora han elegido en tu lugar a un hombre más dispuesto ¡Oh, viejo tonto, que preferiste vagar por ahí para cargar la cruz de un joven carpintero, uno que en vida fuera un sedicioso criminal!
- Eso es cierto -dijo el viejo-. Me encontré con el joven carpintero que iba a ser crucificado, y el centurión me apresó y me ordenó que cargara su cruz.
Y después de cargarla hasta la cima me quedé a escuchar sus palabras, pues, aunque él sufría en extremo, no lo hacía por su persona, sino por los demás, y la maravilla de sus palabras me retuvo allí de tal manera que me olvidé de todo lo demás.
-¡Ay, en verdad te olvidaste de todo -replicó la esposa-,
incluso de la poca cordura que alguna vez tuviste!
¿No te avergüenza pensar que tu padre y su padre
y el padre de éste custodiaron alguna vez
la puerta en la casa del Señor,
y que sus nombres están escritos en ella con letras de oro,
que serán leídos por todos los hombres de los tiempos futuros?
Pero de ti nadie volverá a saber, vano carcamal, entre todos los de tu linaje, porque después de tu muerte, ¿quién en todo el mundo volverá a oír el nombre de Simón de Cirene?”.
muy a propósito. me ha gustado
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