Pues viene a cuento porque el delicado dúo ciencia-creencia se convirtió, el pasado siglo XX, en un trío, gracias a la magia del cine. Me explico.
Sólo una vez en la historia del cine se ha filmado un eclipse real, como parte de la escena de una película.
El eclipse total de Sol fue el del quince de febrero de 1961, que se pudo observar en Europa.
La película, la producida por Dino de Laurentis, dirigida por R. Fleischer y estrenada en octubre de 1962. Su título, seguro que la recuerda: “Barrabás”.
La decisión de filmarlo para la escena de la crucifixión, fue tomada por director y productor, sólo 48 horas antes de que ocurriera el fenómeno. Entre actores y técnicos se movilizaron ochenta personas hasta Roccastrada, a 120 km al norte de Roma.
A pesar de los múltiples problemas que el director de fotografía, Aldo Tonti, planteó que tendría la grabación, de Laurentis insistió. No le importó que no se hubiera hecho antes.
Se trabajó literalmente a oscuras, sin conocer los tiempos de exposición, ni las velocidades del filme, ni la escala de imágenes, ni la luz de fondo más apropiado, nada.
Por desconocer se desconocía hasta la reacción que podrían tener los actores. Por no nombrar que la escena sería única.
Si un actor se equivocaba, no se podría decir el socorrido “Corten” y repetir. Ya saben. Las cosas del directo.
Con esta decisión de Laurentis dio prueba una vez más de su fidelidad a una idea : la acción debe ser lo más real posible.
Por eso no es raro que la película se ganara el título no oficial de “la cinta que detuvo al Sol”.
Una cinta donde vemos morir al hijo del Dios cristiano, y cuyo nombre no es Jesucristo, sino Jesús o en todo caso, Jesús de Nazaret. Cristo no es ningún nombre, sino un título, y significa “ungido”. Jesús el ungido.
Sólo una vez en la historia del cine se ha filmado un eclipse real, como parte de la escena de una película.
El eclipse total de Sol fue el del quince de febrero de 1961, que se pudo observar en Europa.
La película, la producida por Dino de Laurentis, dirigida por R. Fleischer y estrenada en octubre de 1962. Su título, seguro que la recuerda: “Barrabás”.
¿Qué dice el cine?
Que hasta entonces, eso de rodar un eclipse para una película, nunca se había hecho. Y después, no se ha vuelto a hacer.La decisión de filmarlo para la escena de la crucifixión, fue tomada por director y productor, sólo 48 horas antes de que ocurriera el fenómeno. Entre actores y técnicos se movilizaron ochenta personas hasta Roccastrada, a 120 km al norte de Roma.
A pesar de los múltiples problemas que el director de fotografía, Aldo Tonti, planteó que tendría la grabación, de Laurentis insistió. No le importó que no se hubiera hecho antes.
Se trabajó literalmente a oscuras, sin conocer los tiempos de exposición, ni las velocidades del filme, ni la escala de imágenes, ni la luz de fondo más apropiado, nada.
Por desconocer se desconocía hasta la reacción que podrían tener los actores. Por no nombrar que la escena sería única.
Si un actor se equivocaba, no se podría decir el socorrido “Corten” y repetir. Ya saben. Las cosas del directo.
Con esta decisión de Laurentis dio prueba una vez más de su fidelidad a una idea : la acción debe ser lo más real posible.
Por eso no es raro que la película se ganara el título no oficial de “la cinta que detuvo al Sol”.
Una cinta donde vemos morir al hijo del Dios cristiano, y cuyo nombre no es Jesucristo, sino Jesús o en todo caso, Jesús de Nazaret. Cristo no es ningún nombre, sino un título, y significa “ungido”. Jesús el ungido.
Del rodaje cinematográfico
Desde el punto de vista técnico les comentaré que se utilizaron tres cámaras. Una con teleobjetivo para filmar el fenómeno, otra para los acercamientos a la cruz y la figura de Jesucristo, y una tercera, la maestra, para la escena de las cruces y el eclipse en el fondo. Tonti, el propio director de fotografía contó sus angustias:
"Eran las 7:30 a.m. y ya tenía las cámaras en posición.
El Sol estaba eclipsado al 90% y a
una altura de 11º sobre el horizonte este.
Faltaban seis minutos para la totalidad, pero me era imposible medir
la intensidad de la luz, con el Sol de frente a las cámaras
y sin tener ni idea de lo que sucedería en la totalidad. Estaba preocupado.
Faltando dos minutos noté que la cámara maestra registraba halos
y refracciones ópticas, así que me dirigí hacia Fleischer
y le informé que la movería. No dijo nada; simplemente estaba paralizado.
Fue el instinto. Moví la cámara para que el eclipse diera exactamente
en el centro de la lente, lo que eliminó las refracciones.
Noté que los filtros usuales disminuirían la intensidad de la imagen,
así que los retiré, puse la apertura en f/4.0 y esperé".
El Sol estaba eclipsado al 90% y a
una altura de 11º sobre el horizonte este.
Faltaban seis minutos para la totalidad, pero me era imposible medir
la intensidad de la luz, con el Sol de frente a las cámaras
y sin tener ni idea de lo que sucedería en la totalidad. Estaba preocupado.
Faltando dos minutos noté que la cámara maestra registraba halos
y refracciones ópticas, así que me dirigí hacia Fleischer
y le informé que la movería. No dijo nada; simplemente estaba paralizado.
Fue el instinto. Moví la cámara para que el eclipse diera exactamente
en el centro de la lente, lo que eliminó las refracciones.
Noté que los filtros usuales disminuirían la intensidad de la imagen,
así que los retiré, puse la apertura en f/4.0 y esperé".
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