Nada menos que por ser el primer ser vivo que orbitó la Tierra en un satélite espacial.
Lo hizo en el Sputnik II, el segundo satélite artificial ruso, que fue lanzado el 3 de noviembre de 1957, a las 19:12.
Se cumplen hoy cincuenta y un años.
Desde 1951 el programa espacial soviético trabajaba con animales como cosmonautas. En concreto con perras que recogían en las calles de Moscú.
El utilizar perros, en vez de monos como los estadounidenses, se debía a que estos animales eran los que mejor aguantaban los prolongados e inevitables periodos de inactividad de vuelo.
Y el motivo de que fueran perras estribaba, en la ventaja de no tener que levantar la patita para orinar. Así como lo leen. Se trataba de un movimiento imposible de realizar en el pequeño habitáculo del Sputnik II. Una mera cuestión de anatomía.
Lo hizo en el Sputnik II, el segundo satélite artificial ruso, que fue lanzado el 3 de noviembre de 1957, a las 19:12.
Se cumplen hoy cincuenta y un años.
Desde 1951 el programa espacial soviético trabajaba con animales como cosmonautas. En concreto con perras que recogían en las calles de Moscú.
El utilizar perros, en vez de monos como los estadounidenses, se debía a que estos animales eran los que mejor aguantaban los prolongados e inevitables periodos de inactividad de vuelo.
Y el motivo de que fueran perras estribaba, en la ventaja de no tener que levantar la patita para orinar. Así como lo leen. Se trataba de un movimiento imposible de realizar en el pequeño habitáculo del Sputnik II. Una mera cuestión de anatomía.
La cosmonauta Laika
Laika era un chucho callejero de tres años de edad y seis kg de masa, que en realidad se llamaba Kudryavka (Rizadita), pero que terminó llamándose Laika (Ladradora) porque ese nombre era más corto y fácil de pronunciar. Fue seleccionada por ser la más tranquila de todas.
Desde el principio del lanzamiento, y de forma oficial, el funcionamiento de todos los instrumentos científicos del satélite fue correcto.
Igualmente los datos de las constantes vitales de Laika, mostraban que su actividad fisiológica era perfecta. Un éxito biológico, además de físico, el del Sputnik II.
Era la primera prueba de que un mamífero podía soportar las extremas condiciones de microgravedad y el peligro de la radiación cósmica. No se podía pedir más.
A los dos días del lanzamiento, la propaganda soviética anunció que Laika retornaría a la Tierra en paracaídas. De modo que todos volvieron sus ojos al cielo, queriendo ser los primeros en verla llegar. Pero no pudo ser.
El cuarto día se anunció que un mal funcionamiento de las pilas, que debían mantener las condiciones de habitabilidad de la cápsula, provocó su muerte.
El animal había sobrevivido 96 horas, hasta que el satélite se incendió. Una muerte necesaria. O al menos eso dijeron los rusos. La verdad oficial de la muerte de la perra.
Otra cosa fue lo que pasó. La perra verdad de la muerte.
Desde el principio del lanzamiento, y de forma oficial, el funcionamiento de todos los instrumentos científicos del satélite fue correcto.
Igualmente los datos de las constantes vitales de Laika, mostraban que su actividad fisiológica era perfecta. Un éxito biológico, además de físico, el del Sputnik II.
Era la primera prueba de que un mamífero podía soportar las extremas condiciones de microgravedad y el peligro de la radiación cósmica. No se podía pedir más.
A los dos días del lanzamiento, la propaganda soviética anunció que Laika retornaría a la Tierra en paracaídas. De modo que todos volvieron sus ojos al cielo, queriendo ser los primeros en verla llegar. Pero no pudo ser.
El cuarto día se anunció que un mal funcionamiento de las pilas, que debían mantener las condiciones de habitabilidad de la cápsula, provocó su muerte.
El animal había sobrevivido 96 horas, hasta que el satélite se incendió. Una muerte necesaria. O al menos eso dijeron los rusos. La verdad oficial de la muerte de la perra.
Otra cosa fue lo que pasó. La perra verdad de la muerte.
La perra verdad
Muy poco tiempo después, empezaron a conocerse preocupantes detalles del lanzamiento.
Como el de que, apremiados por la fecha de lanzamiento, el equipo de científicos rusos no se llegó a plantear su regreso a la Tierra. Es decir, que se decidió no recuperar el artefacto.
De modo que la suerte de Laika estaba sellada de antemano. Sólo por un simple problema de fechas.
Un sacrificio deliberado que la URSS intentó ocultar, por razones obvias, todo el tiempo que pudo. Y que, la verdad, no fue mucho.
Por supuesto que las voces de protesta de los grupos protectores de los derechos de los animales, se oyeron en todo el mundo.
Lo que no impidió que los soviéticos continuaran lanzando perras al espacio, hasta bien entrado 1966. Si bien es cierto que Laika fue la última que lo hizo sin dispositivos de recuperación. Algo es más que nada.
Como el de que, apremiados por la fecha de lanzamiento, el equipo de científicos rusos no se llegó a plantear su regreso a la Tierra. Es decir, que se decidió no recuperar el artefacto.
De modo que la suerte de Laika estaba sellada de antemano. Sólo por un simple problema de fechas.
Un sacrificio deliberado que la URSS intentó ocultar, por razones obvias, todo el tiempo que pudo. Y que, la verdad, no fue mucho.
Por supuesto que las voces de protesta de los grupos protectores de los derechos de los animales, se oyeron en todo el mundo.
Lo que no impidió que los soviéticos continuaran lanzando perras al espacio, hasta bien entrado 1966. Si bien es cierto que Laika fue la última que lo hizo sin dispositivos de recuperación. Algo es más que nada.
Cuarenta y cinco años después, en 2002, se supo que el animal había muerto pocas horas después del lanzamiento.
A las seis horas del mismo su pulso se llegó a triplicar, prueba del terror y el estrés que estaba sufriendo. El aumento de la temperatura y el grado de humedad de su reducido habitáculo hicieron el resto. Sus signos vitales se vinieron abajo hasta que cesaron.
Una muerte totalmente prescindible. Un gesto inhumano. Un ser vivo menos en la Tierra y, desde entonces, una estrella más en el cielo. O, al menos, eso cantaron Mecano unos años después.
A las seis horas del mismo su pulso se llegó a triplicar, prueba del terror y el estrés que estaba sufriendo. El aumento de la temperatura y el grado de humedad de su reducido habitáculo hicieron el resto. Sus signos vitales se vinieron abajo hasta que cesaron.
Una muerte totalmente prescindible. Un gesto inhumano. Un ser vivo menos en la Tierra y, desde entonces, una estrella más en el cielo. O, al menos, eso cantaron Mecano unos años después.
La palabra inhumano deberia de dejar de tener sentido en realidad. Es curioso que normalmente llamemos inhumano, "no-humano" a las cosas que el hombre viene haciendo desde siempre.Las cosas inhumanas son las mas típicas del hombre, el hombre como especie. Es innegable yo creo.Pero bueno el vocabulario es asi.
ResponderEliminarLa verdad que da pena lo de la perra, pero he de dar el dato de que 5000 perros y gatos se sacrifican al año en España, y no van al espacio ni nada.
También mueren constantemente personas humanas a manos de personas humanas con peor trato que esta perrita.
Desde aquí agradezco su aporte a la ciencia.