La pasada mañana nos desayunábamos con la noticia. El Ministerio de Defensa británico hacía públicos 19 expedientes X elaborados entre 1986 y 1992. Y de ellos uno que llama especialmente la atención.
Ocurrió a las 20 horas del 21 de abril de 1991, cuando un avión MD80 de Alitalia se disponía a aterrizar en el aeropuerto londinense de Heathrow. De pronto, el copiloto gritó: “¡Mira, mira!”.
Ocurrió a las 20 horas del 21 de abril de 1991, cuando un avión MD80 de Alitalia se disponía a aterrizar en el aeropuerto londinense de Heathrow. De pronto, el copiloto gritó: “¡Mira, mira!”.
Se refería a un objeto de color marrón y con forma alargada que se acababa de cruzar en su trayectoria. Según ellos muy cerca, peligrosamente cerca. A unos 300 m del aparato. Desde tierra les confirmaron que habían detectado el ovni en el radar, pero algo más lejos a unos 18 kilómetros de ellos.
Pero los asustados pilotos del MD-80 y los sorprendidos controladores aéreos, no fueron los únicos testigos aquella del extraño objeto. Un joven de 14 años declaró a una emisora de televisión haber visto un misil desaparecer entre las nubes. Sorprendente afirmación. Para los adultos era un ovni, para el joven un misil.
Evidentemente el Ministerio de Defensa británico abrió una investigación. Se descartó que se tratase de un misil lanzado desde una de sus bases; de un globo meteorológico suelto; y, por supuesto, de un cohete espacial.
Como además no quedó claro el supuesto peligro de colisión con el objeto. Y por otro lado era evidente que no había una amenaza para la seguridad nacional, el Ministerio hizo lo normal en estos casos, cuando falta información. Archivó el asunto y calificó al objeto como no identificado y al percance como inexplicado. Que no significa en absoluto que sea inexplicable.
¿Qué fue entonces, lo que vieron? Si me lo permiten se lo digo en unos instantes. Ahora, y antes que se me olvide, les cuento que entre los 19 expedientes X, de esta segunda entrega albiónica en lo que va de año, figuran otros avistamientos como el que se produjo en un concierto de la cantante Tina Turner. Espectacular por lo que tuvo de multitudinario.
Y la declaración de una mujer de orejas puntiagudas, que decía ser extraterrestre y haberse caído sobre la Tierra durante la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto que hubo quien la creyó. Cosas de los platillistas. Y la patraña de los “círculos en los sembrados” de los cerealistas o cerealogos.
En fin, ya saben lo que pienso al respecto. Tiene que haber gente ‘pa tó’ que diría el maestro. Yo me confieso defensor de la Ley de Hierro de las Pseudociencias: “No hay idea o creencia, por más absurda o inverosímil que parezca, que no encuentre seguidores, creyentes y defensores”. Pues eso.
Y ya acabo. A falta de más información sobre el caso inglés, todo apunta a que dicho objeto fuera un posible bólido diurno. Un trozo de roca quemándose en su entrada en la atmósfera. Un meteoro. Y es que, en su día, las autoridades militares británicas no cayeron en pedir la colaboración de meteorólogos y astrónomos que, muy probablemente, podrían haberles ayudado a identificar el objeto. En fin, estas cosas pasan.
Y hasta aquí les puedo contar de los inquietantes Expedientes X. No es mucho pero es lo que hay. Y ya lo dice el proverbio: “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”.
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