(Continuación) Sí, está en lo cierto, el nombre le fue puesto al elemento en honor del creador de los selectivos y archiconocidos premios, Alfred Nobel (1833-1896) y, desde que Lehrer escribió la canción hasta ahora, sesenta y seis años ya, se han descubierto dieciséis elementos más; estamos en 118.
Ésta es una (mejorable) traducción de su letra: “Los
Elementos. Hay antimonio, arsénico, aluminio, selenio / e hidrógeno y oxígeno y
nitrógeno y renio / y níquel, neodimio, neptunio, germanio / y hierro,
americio, rutenio, uranio. / Europio, circonio, lutecio, vanadio / y lantano y
osmio y astato y radio / y oro y protactinio e indio y galio / y yodo, torio y
tulio y talio. / Hay itrio, iterbio, actinio, rubidio / y boro, gadolinio,
niobio, iridio / y estroncio y silicio y plata y samario / y bismuto, bromo,
litio, berilio y bario. /
¿Verdad que es interesante? Sabía que lo sería. Espero
que estén tomando / apuntes, porque habrá un pequeño examen la próxima clase. /
Hay holmio y helio y hafnio y erbio / y fósforo y francio y flúor y terbio / y
manganeso y mercurio, molibdeno, magnesio. / Disprosio y escandio y cerio y
cesio / y plomo, praseodimio, platino, plutonio. / Paladio, promecio, potasio,
polonio / y tantalio, tecnecio, titanio, teluro / y cadmio, calcio y cromo y
curio. Hay azufre, californio, fermio, berkelio / y también mendelevio, einstenio,
nobelio / y argón, kriptón, neón, radón, xenón, zinc y rodio / y cloro,
carbono, cobalto, cobre, tungsteno, estaño y sodio. / Estos son los únicos de
los que / tenemos notica en Harvard / y puede haber muchos otros / pero no han
sido descubiertos”.
Adenda
cultureta
Según algunos exégetas, existe una versión mucho más
antigua y corta de esta canción, nada menos que de Aristóteles y reza
así ‘Hay tierra, aire, fuego y agua’; sí los elementos sublunares de la
antigüedad. Es broma.
Ya más en serio, la de Lehrer es una retahíla de términos químicos ordenados para que coincidan con los acentos de las frases musicales, una humorada surrealista e irrespetuosa que parece ideada con el único fin de poner nervioso al espectador.
Y por supuesto todo un alarde memorístico que su autor
interpreta con el único acompañamiento de su piano, explicando que la única
razón de cantarla es para comprobar si aún puede hacerlo. No me diga, en fin. Por
si está interesado hay interpretaciones de esta canción en los álbumes Tom
Lehrer in Concert (1994); More of Tom Lehrer (1959) y An Evening
Wasted with Tom Lehrer (1959).
No sé a usted, pero a un servidor esta canción le recuerda otras, algunas de las cuales han venido a estos pretendidos predios divulgadores. (¿Continuará?)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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