(Continuación) De entrada el laboratorio neoyorquino, donde Watson trabajó durante décadas, consideró que esas nuevas manifestaciones contradecían y quitaba valor a la anterior disculpa publicada, señalando sus comentarios xenófobos de “infundados e imprudentes...” “...repudiables y carentes de respaldo científico” por lo que decidió romper todo tipo de vínculo profesional y académico con él, retirándole el título de rector emérito, profesor emérito y consejero honorario.
A modo de excusa
Vaya “en defensa” de estas últimas e indefendibles afirmaciones
y a modo de atenuante, una circunstancia vital: en el momento de realizarlas el
científico estadounidense ya superaba los 90 años, se encontraba ingresado recuperándose
de un accidente automovilístico y tenía una conciencia “muy limitada” de su
entorno. Todo hay que decirlo.
No obstante, fue su definitiva caída en desgracia que él, quizás de alguna manera, ya había intuido unos años antes cuando decidió vender su medalla del Premio Nobel, sí como lo lee, pero esa es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión.
De esta que nos trae, además del rechazo a sus erróneas
y erradas afirmaciones -ni que decir tiene que no existe una relación probada entre
etnias e inteligencia, y mucho menos que las diferencias en el cociente
intelectual entre los caucásicos y otras razas estén reflejadas en el ADN-, un reconocimiento
ineludible.
Como no puede ser de otra forma, el de poner negro sobre
blanco su importante legado al ser uno de los descubridores de la estructura en
doble hélice del ADN o ácido desoxirribonucleico, el mismo compuesto
que llevo tres días citando sin haberle hecho una mínima presentación, un fallo
que ahora mismo corrijo.
Acerca de ADN
De los tiempos bachilleres recordar que el ácido desoxirribonucleico, desde el punto de vista bioquímico, está constituido por una compleja macromolécula que contiene la información genética necesaria para el desarrollo y funcionamiento de los organismos vivos.
Se estructura en una doble hélice, como una escalera
de caracol para que se haga una idea, formada por dos cadenas enroscada entre sí
y formadas por una secuencia de nucleótidos, unidades compuestas a su vez
por un grupo de azúcar (desoxirribosa, C5H10O4),
un grupo fosfato (PO43-) y una de estas cuatro
bases nitrogenadas: adenina (A), timina (T), citosina (C)
y guanina (G).
Y mientras el azúcar y los fosfatos forman parte de
la “columna vertebral” de la escalera, dándole estructura y estabilidad, las bases
nitrogenadas componen sus peldaños yendo emparejados de una forma específica:
adenina siempre con timina y citosina siempre con guanina. Y hasta aquí. Volviendo
a nuestro protagonista y a su alargada e imborrable sombra científica, se me viene
a la mente aquello de ‘Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus
palabras’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



Me interesaría conocer dicha historia. Enhorabuena por el blog y los temas que escoge.
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