(Continuación) Conocida con diferentes nombres desde el siglo XV, esta vía que une Sierpes con la Plaza de la Magdalena desde 1845 (estamos de centésimo octogésimo, 180.º, aniversario) es conocida como Rioja en honor de uno de uno de los más importantes líricos sevillanos del Siglo de Oro.
Entre otros amigos, volvemos con Caro, se cuenta
también el inmaculista y jesuita padre Juan de Pineda, quien
argumentó teológicamente la defensa del Misterio de la Inmaculada Concepción,
en contraposición a las tesis tomistas, de Santo Tomás de Aquino,
contrarias al inmaculismo y argumentadas por los dominicos.
Por cierto, Pineda, además de contar con una calle
en el arrabal de Triana está representado también en el monumento a la
Inmaculada Concepción, ubicado en la ya citada Plaza del Triunfo, tan, tan
cerca de la calle Rodrigo Caro.
Aunque esta deriva inmaculista promete, no le canso y dejo aquí el testigo callejero por ahora, pero no le quede la menor duda de que el utrerano fue muy, muy, querido y valorado por sus coetáneos, entre los que se pueden contar también, no recuerdo si se los he nombrado: Benito Arias Montano, Fernando de Herrera, Quevedo a quien conoce en Sevilla en 1624, acaso también Lope de Vega y, probablemente, Cervantes. O sea que bien, lo mejorcito de cada casa.
‘ANTIGUEDADES
Y PRINCIPADO DE LA ILUSTRISSIMA CIUDAD DE SEVILLA Y CHOROGRAPHIA DE SU CONVENTO
IURIDICO, O ANTIGUA CHANCILLERIA (1634)
El conjunto de restos y vestigios de todo tipo
procedentes de antiguas civilizaciones que el utrerano fue encontrando en sus
expediciones y reunió en su casa sevillana, la terminarían convirtiendo en algo
así como un museo, junto a sus estudios sobre los mismos que recogió
documentalmente en su afamada obra ‘Antigüedades y principado...’.
Un texto estructurado en realidad como dos libros
diferentes. Uno donde compendia el estudio histórico y arqueológico de la
ciudad de Sevilla y, otro, donde hace lo propio sobre las principales ciudades
romanas del territorio del arzobispado hispalense que visita.
Eso sí, y en cualquier caso, todo con base a: a) la documentación de textos literarios antiguos, poco abundantes por otro lado; b) el análisis de las monedas e inscripciones, sobre todo las denominadas geográficas y; c) el estudio de los restos arqueológicos.
Pero allí donde el criterio de autoridad de los autores
sigue siendo el argumento básico, para Caro, una simple referencia
basada en el mero hecho de mostrar resonancias toponímicas más o menos
asimilables no era aceptable desde el punto de vista de la ciencia.
En sus propias palabras “no concurriendo más que la
similitud de los nombres es flaco fundamento”; sí, él tenía claro en qué
debía consistir el método científico y la ciencia de la arqueología.
(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 05
de mayo de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.




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