(Continuación) Por cierto, en dicho congreso italiano estuvo el físico español Blas Cabrera (1878-1945) pero no así Albert Einstein (1879-1955) que no pudo asistir; una conferencia le decía, la impartida por Bohr, titulada ‘The Quantum Postulate and the Recent Development of Atomic Theory’ de la que, por desgracia, no se ha conservado el texto original.
Aunque existe la
publicación del año siguiente en la revista Nature (abril, 1928) junto a
una serie de borradores y manuscritos sin publicar que constituyeron la base de
la misma; en opinión del propio Bohr (1964) uno de los objetivos de
conferencia era:
“[defender] un punto
de vista denominado adecuadamente complementariedad para abarcar los
rasgos característicos de individualidad de los fenómenos cuánticos y aclarar
al propio tiempo los aspectos particulares del problema de la observación...”. [La negrita es del texto original]
Quinto Congreso Solvay, octubre 1927
Sólo un mes después Bohr acudía a esta nueva edición, quizás la más famosa de todas las celebradas, cuyo tema principal fue Electrones y fotones y donde los mejores físicos de todo el mundo discutieron acerca de reciente teoría cuántica.
Se construyó una nueva
manera de entender el mundo, se adjudicó un sentido a lo que no lo tenía y se dieron cuenta de que para describir y
entender la naturaleza se tenían que abandonar gran parte de las ideas
preconcebidas por el ser humano a lo largo de toda su historia. Esto sí fue un cambio
de paradigma, no la relatividad.
A este congreso no acudió
Cabrera pero sí Einstein, presto a rechazar los nuevos
planteamientos cuánticos tirando de ironía en sus expresiones: “ondas
fantasmas guiando los fotones” para ridiculizar la interpretación cuántica
de la luz como algo que “viaja como una onda pero sale y llega como una
partícula”.
Ya sabe del “altercado verbal” entre Einstein y Bohr acerca del principio de incertidumbre de Heisenberg.
Yin y Yang
No son pocos los exégetas
que ven en Bohr a un místico y de ahí el estampar en su escudo el taijitu
junto a la sentencia latina. Un lema y un emblema,
por desgracia más que manoseados por las embaucadoras pseudociencias del
esoterismo y la gnóstica, pero que el físico danés consideraba habían jugado un
rol esencial en su moderna noción de complementariedad.
Un círculo con dos
semicircunferencias entrelazadas y separadas cromáticamente en el que los “peces
yin y yang” se niegan mutuamente, dos conceptos del taoísmo usados para designar
a dos fuerzas fundamentales omnipresentes en el universo que son opuestas,
complementarias y están interconectadas. ‘Hay dos clases de verdades: las
triviales, donde lo opuesto es obviamente absurdo, y las profundas, donde lo contrario
es también una verdad profunda’. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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