(Continuación) Unas fábulas samaniegas realizadas a imitación de los grandes fabulistas que le precedieron como el francés Jean de La Fontaine (1621-1695) en el siglo XVII y, en el comienzo de nuestro calendario, los clásicos de siempre.
Orígenes
clásicos
Como el poeta latino Fedro (siglo I), cuya versión
al castellano más conocida de su fábula El parto de los montes, es la
popularísima de Samaniego, diecisiete siglos después, que fue como pasó
a nuestro acervo fraseológico.
En realidad, el laguardiense sigue la moraleja del poeta latino Horacio (65-8) en su Ars poetica, también conocida como Epístola a los Pisones.
En puridad, el origen de la fábula hunde sus raíces nada
menos que en la homónima del griego Esopo (siglo VI a.C.), que fue
versificada por el latino en el siglo I, siendo éste el primero en escribir
fábulas esópicas en verso, aunque eliminando el tono ingenuo y entrañable del
que aquél las dotara.
De los
montes, que no de la burra
No sé por qué extraña asociación se me ha venido a la
mente mientras escribía estas líneas, una antañona frase más o menos parecida y
ya en desuso, la de ‘el parto de la burra’, y con la que por cierto no
tiene nada, nada, que ver.
Para empezar, y aunque la
locución la recuerda vagamente, su sentido es bien distinto pues,
coloquialmente, se refiere a un suceso que se dilata mucho en el tiempo.
Continuando con el hecho de que la susodicha no tiene que ver con el fenómeno
del parto en sí, sino con la duración del proceso de gestación de dicho animal.
Y para acabar, mientras que la de los montes es una fábula ficticia sobre cómo estos presentan terribles signos de estar a punto de parir, infundiendo gran pánico a quienes los escuchan, para después dar a luz sólo un minúsculo ratón y provocar la risa de todos.
Diferenciando
que es gerundio
La de la burra es la descripción de un fenómeno real que tarda mucho en producirse medido a
escala humana; por si no cae ahora la gestación de las burras dura entre 12 y 14
meses, bastante más, pero no tanto si la comparamos con la del elefante, 22 meses.
Y hasta aquí lo que quería
contarle de esta antañona expresión con la que se suele incidir en aquellos
acontecimientos que resultan nimios cuando se anunciaban como poco menos que grandiosos,
a la vez que se le corta un traje a su protagonista. Ni mu por supuesto
sobre lo útil que sigue resultando en la actualidad. Siempre los clásicos.
Le dejo con mi poeta de cabecera. ‘Es el mejor de los buenos / quien sabe que en esta vida / todo es cuestión de medida: / un poco más, algo menos...’. (¿Continuará?)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras
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sobre ellas.
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