(Continuación) Es decir, doble dependencia de masa (m) y volumen (V), vamos que depende de la magnitud relativa densidad (d). Las nubes no se caen a pesar de su peso, por la misma razón que los gigantescos transatlánticos no se hunden, porque el valor de su densidad es inferior a la del fluido en el que está inmerso (aire en un caso y agua en el otro). Lo que es la ciencia.
Por cierto, el primer
científico, el más influyente de todos es Isaac Newton, siendo el
segundo el germano-estadounidense Albert Einstein (1879-1955), del que
este año celebramos el centésimo cuadragésimo quinto (145.º) aniversario de su
nacimiento. Algo habrá que enrocar el próximo 13 de abril del que nos enseñó algo
más de relatividad.
¿Cómo se calcula el peso de una nube?
Naturalmente dependerá
del tipo que sea, tamaño, altitud y, por supuesto, la medición de su masa
se realiza de forma indirecta, no se puede pesar de forma empírica una nube; para
que se haga una idea, es algo parecido a como determinamos la superficie de una
habitación.
Sencillamente midiendo su largo y ancho y multiplicándolos; o como calculamos la altura de un edificio o de una pirámide mediante sus sombras, por proporcionalidad.
La cantidad de materia
de agua que alberga una nube depende esencialmente de su tipo, del que la Organización
Meteorológica Mundial (OMM) establece hasta diez géneros distintos y que,
para los intereses que nos traen, grosso modo, podemos clasificar en
tres categorías: nubes altas, nubes medias y nubes bajas, donde entrarían las
conocidas: altocumulus. altostratus, nimbostratus, ...
En la década de los
años 80 del siglo pasado la científica atmosférica estadounidense Margaret
Anne LeMone (1946), mediante observaciones atmosféricas y modelos
informáticos realizó unos cálculos para un cúmulo de tamaño medio.
Peso de una nube: LeMone
Para facilitar el cálculo, y a fin de determinar su volumen, midió el tamaño de la sombra de una nube y, a partir de este por proporcionalidad estimó su altura, eso sí, asumiendo una forma aproximadamente cúbica según la revista científica Métode (2018).
Que no es que las
nubes tengan esa forma, claro que no, pero no es menos cierto que los cúmulos
suelen ser tan altos como anchos y largos, así que no es una mala aproximación
cuantitativa, dada la intrínseca dificultad para una más exacta medición.
Dado que la longitud promedio de un cúmulo -nubes blancas con aspecto algodonoso y bordes recortados que recuerdan a una coliflor- es de un kilómetro (1 km) y asumiendo su forma de cubo o hexaedro regular, el volumen valdrá:
V = 1 km · 1 km · 1 km = 1 km3 = 1000 000 000 m3 = 109 m3. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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