[Esta entrada apareció publicada el 05 de mayo de 2023, en la página 13 del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Asco porque consiste en la aplicación de orina humana, de tu propia orina, para suspectos fines medicinales o cosméticos bien por ingesta de la misma, realización de gárgaras con ella o masajeos en la piel y encías, entre otras posibles acciones.
Unas
prácticas que le confieso, el mero hecho de pensar en ellas mientras escribo
estas líneas, me provocan náuseas y, como es probable que a usted también, le
presento mis disculpas ¿Cómo alguien puede hacer algo tan asqueroso como beber,
gargagear, aplicarse su propia orina, creer que además tendrá efectos
salutíferos y, todo eso, sin antes haber consultado con un especialista
en salud, con un médico?
Difícil de creer, ¿verdad?, pues los hay y por lo que tengo visto pertenecen a dos categorías: los que resultan ser personas crédulas, ignaras y necesitadas; y los que montan el chiringuito comercial alrededor de ellos, ganapanes del montón, entre los que no falta algún que otro personaje célebre que no duda en publicitar sus inexistentes y falaces bondades terapéuticas, compartiendo todos ellos una característica: la de carecer de la más mínima formación médica y científica que respalde sus palabras.
Seguro que se le ha venido a la
mente alguno que otro, yo he pensado en el músico Jim Morrison, la pareja John Lennon y Yoko Ono, la actriz Sarah Miles y, claro, la
inefable Madonna quien en 2019 revelaba que bebía su orina como
parte de la rutina de belleza y rejuvenecimiento que estaba llevando a cabo,
“Es realmente bueno beber orina después de salir del baño helado” declaraba la
susodicha.
Como puede ver, todo de lo más asquerosito, sin entrar en detalles cómo qué temperatura debe tener el líquido amarillo ingerido o si tenía que ser del eliminado en ayunas. Ahora que caigo, no hace mucho, y en relación con las suspectas y lucrativas excentricidades de los famosos, la actriz estadounidense y durante un tiempo talaverana de adopción, Gwyneth Paltrow, ponía a la venta una colección de velas con olor a vagina, la suya propia. En fin.
Y sin abandonar el suelo
patrio, cómo no citar al inefable y autoproclamado naturópata Txumari Alfaro, quien en
diferentes medios de comunicación hacía apología de esta repugnante práctica
como la mejor de las medicinas, entre otras afirmaciones totalmente exentas de
rigor científico y por las que se tuvo que retractar.
Una cuestión delicada, ésta de los medios, pues parece lógico pensar que sean ellos uno de los vehículos por los que nos debe llegar la información científica, una vez que hemos abandonado el sistema educativo. Una divulgación que ofrezca conocimientos para poder diferenciar lo que es cierto de lo que es sólo creencia, credulidad o, peor aún, engaño. Una cuestión pues de lógica y ciencia. (Continuará)
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