[Esta entrada apareció publicada el 10 de febrero de 2023, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
(Continuación) Claro que también hay quien piensa que la extracción podría ser una especie de “efecto placebo” para sanar a una persona que padeciera problemas graves (depresión, migrañas o neuralgia facial), dado que no era infrecuente que estos pacientes se autoinfligieran profundas heridas para distraer, con ese daño, el mayor dolor de su enfermedad.
Sin duda alguna esos enfermos se someterían felices a este tipo de operación,
fuera real o no. Así que ahí estamos, tanto los médicos como los falsos médicos, la ciencia y la aciencia,
jugaban al mismo juego si bien no quiero dejar el tema así y voy a engrosar el
argumentario.
A favor de que las pinturas no representan una operación real hay otro detalle empírico: en ningún tipo de documento relacionado con ellas aparecen ni el trepán, la sierra especial para la trepanación, ni las brocas que se usaban en una cirugía de este tipo.
Claro que con toda la razón del mundo usted me podrá decir que ‘la ausencia de pruebas no es prueba de la ausencia’, como con gran sentido común afirmaba Carl Sagan al advertirnos que porque una cosa no se haya demostrado, eso no significa necesariamente que no exista. Touché.
Lo
que sí es cierto es que no hay nada nuevo bajo el sol y se lo digo porque me ha
venido a la memoria la superchería de los “cirujanos psíquicos filipinos” del
siglo pasado.
Un timo en el que unos suspectos cirujanos, bien con un cuchillo o solo con las propias manos, abrían el cráneo o cualquier otra parte del organismo y operaban, sacando supuestamente del cuerpo desde una pequeña concreción calcárea, hasta un tumor, cuando no corregían una malformación.
Como se puede imaginar todo un ejercicio de prestidigitación la susodicha operación, de la que solo quedaba un algodón muy ensangrentado pues el enfermo no mostraba, ni siquiera, la menor de las cicatrices.
‘Nihil novum sub sole’, que nos refiere La Vulgata’ a finales del
siglo IV y que, siglos después, el médico, químico y físico persa Al-Razi (865-925) retomaba al denunciar en
sus escritos a estos falsos cirujanos y sus fraudulentas prácticas.
De él, aparte de lo evidente, era un racionalista que creía en el poder de la razón, ha de saber que fue un prolífico y enciclopédico escritor que como médico practicó numerosas especialidades (cirugía, ginecología, obstetricia y oftalmología) y como químico descubrió el ácido sulfúrico, auténtica “locomotora” de la moderna química industrial, y el etanol, su uso y refinamiento en medicina.
También se le atribuye la invención del alambique, así como la primera
destilación del petróleo para obtener queroseno y otros destilados. No
le canso, Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano. (Schiller,
‘dixit’)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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