Centenario de Einstein en España, 1923. Prolegómenos

El pasado miércoles 22 de febrero sólo que de 1923, entonces cayó en jueves, llegaba a España el científico más importante del siglo XX, Albert Einstein (1879-1955), uno de los mayores genios que ha dado la Humanidad junto a Isaac Newton (1643-1727), quizás el hombre más decisivo en toda la historia y, probablemente, Arquímedes (287-212).

Einstein Superstar

Para entonces ya se había convertido en una celebridad mundial pues su revolucionaria teoría de la relatividad general (TRG) se había publicado en 1915, en 1919 una expedición británica a África había demostrado que era cierta y, en 1921, le habían concedido el Premio Nobel de Física por su explicación del efecto fotoeléctrico (efe).

De modo que no era extraño que recibiera invitaciones para dictar conferencias por todo el planeta, y de hecho estaba inmerso en plena gira mundial por Europa y Asia, su “triunfal paseo relativista” o como también le gustaba, humorísticamente, decir: “silbando mi teoría de la relatividad”.

De ahí que en 1920 prometiera venir a España, al ser invitado por el matemático logroñés Julio Rey Pastor (1888-1962), pero entonces no pudo ser por motivos de agenda; una invitación que, naturalmente, se repitió al año siguiente por parte del propio matemático, el físico riojano Blas Cabrera (1878-1945) y el ingeniero barcelonés Esteban Terradas (1883-1950), para 1923.

Y esta vez, gracias al buen hacer del grupo en conjunto, sí pudo ser; fue Terradas, que sabía alemán, quien cursó la invitación y se encargó de gestionar la visita cuando, un año después se encontraron en Berlín para concretar los detalles.

Una visita comprometida (política)

Según los exégetas, en la toma de decisión del relativista influyeron, tanto las relaciones personales que mantenía con diversos ingenieros y científicos españoles, como la neutralidad que España mantuvo durante la Primera Guerra Mundial, PGM, (1914-1918).

No debemos olvidar que los alemanes, tras el pacto de Versalles de 1919, habían sido excluidos de las organizaciones internacionales y sus intelectuales (artistas y científicos) tampoco eran invitados habitualmente a actos en el extranjero, excepto a aquellos países que hubieran permanecido neutrales en la contienda. Era el ostracismo de la derrota.

Einstein visitó España entre febrero y marzo de 1923 y estuvo, entre otras ciudades, en Barcelona, Madrid y Zaragoza, donde impartiría unas conferencias por las que cobraría una considerable cantidad. (Continuará)

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