[Esta entrada apareció publicada el 25 de noviembre de 2022, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Si bien buena parte de lo que le he contado en las entregas anteriores del novelista francés (‘Stendhal y Florencia. Arte’ y ‘Stendhal y Florencia. Ciencia’) es relativamente conocido, lo que quizás no lo sea tanto, es la extraordinaria capacidad que tuvo nuestro hombre para las matemáticas.
Estudió en la Escuela Central de Grenoble, ciudad en la que nació y que por
cierto aborrecía, hablaba de ella y sus gentes como de un “cuartel general de
la mezquindad” e “innoble estercolero”, por lo que no parece que le gustara
mucho. Sin embargo, amaba las matemáticas, según él porque “no admitían ni la
hipocresía ni la vaguedad”.
Con tan sólo dieciséis años ganó el primer premio de matemáticas de la escuela y viajó a París para ingresar en su famosa Escuela Politécnica, un extraordinario logro académico que por desgracia no pudo ni intentar pues cayó enfermo y no se pudo presentar a la prueba de acceso. Así es la vida, el hombre propone, Dios dispone y….
En su 'Autobiografía' recuerda de su época de estudiante, un supuesto sucedido con su maestro el gran matemático Leonhard Euler (1707-1783) que, según él, le causó una fuerte impresión. Lo he llamado, a ver si no, el problema de los huevos de Euler, con perdón.
Nos cuenta Stendhal, cuando todavía sólo era Marie-Henry Beyle, de su maestro que: “…al llegar un día a su casa lo encontré resolviendo un problema acerca de los huevos que una campesina llevaba al mercado y esto fue para mí un descubrimiento. Comprendí lo que significaba valerse de un arma como el álgebra, pero, ¡demonios!, nadie me lo había explicado antes…”. Sin duda en ese cuerpo de futuro escritor habitaba ya, y también, un matemático.
Por si le interesa, le resumo el problema ovoalgebraico en cuestión, dice más o menos así: “Dos campesinas llevaron en total 100 huevos al mercado. Y aunque una de ellas tenía más mercancía que la otra, obtuvo la misma cantidad de dinero. Una vez vendidos todos, la primera campesina dijo a la segunda: 'Si yo hubiera traído la misma cantidad que tú, habría recibido 15 cruceros'. A lo que la segunda contestó: 'Y si yo hubiera vendido los huevos que tú tenías, habría sacado de ellos 6 2/3 cruceros'”.
¿Cuántos huevos llevó cada una? De su vinculación científica le
doy un par de detalles. Uno, la precisión de su epitafio, ‘Henri Beyle,
milanés. Escribió, amó, vivió 59 años, 2 meses. Murió el 23 de marzo de 1842’.
Otro, el hecho de que en su honor el asteroide 42485 Stendhal,
descubierto el 18 de marzo de 1991, lleve su nombre. Por cierto, ¿me puede
mandar la respuesta del problema de los huevos?, dicen que tiene cáscara.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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