(Continuación) Una corrección en el DUE, a la definición del término día, que se hizo junto a otras intervenciones como: los necesarios ajustes en la parte gramatical; la inclusión de nuevos términos, acordes con la realidad social y tecnológica; o la incorporación de vulgarismos que, por razones de censura o por decisión personal de la autora, habían tenido una presencia limitada en la edición anterior. ‘No hay mal que por bien no venga’, dicen.
“Y donde
las dan las toman”, dicen también
Se lo explicito porque resulta que el nobel colombiano
fue reconvenido a propósito de un artículo que había publicado el 21 de junio
de 1983, sí en el mismo diario que está pensando, donde ponía negro sobre
blanco lo siguiente:
“Tocaban de oídas el acordeón, que nadie sabía cuándo ni
por dónde les había llegado, y las familias encopetadas de la región
consideraban que los cantos vallenatos eran cosas de peones descalzos, y, si
acaso, muy buenas para entretener borrachos, pero no para entrar con la pata en
el suelo en las casas decentes”.
La corrección a García Márquez se la hacía Roberto Cadavid ‘Argos’, quien publicaba columnas sobre lenguaje en el diario El Espectador de Bogotá, en una de sus cariñosas reprimendas (“mi querido Gabo, voy a hacerte amistosamente una ligera observación”) que por cierto no sería la última a lo largo de su vida.
Le recriminaba lo de “Tocaban de oídas el acordeón,
que nadie sabía…” apelando, claro, a algo que es sabido de (casi) todos,
algunas cosas se pueden conocer de oídas, pero los instrumentos musicales, en
general, se tocan de oído.
‘Cien
años de soledad’
Pero la errata o el error de Gabo no
era precisamente ochentero. En su célebre y celebrada novela de 1967 ya había
escrito: “Pasaban las tardes en el patio, aprendiendo a tocar de oídas el
acordeón, contra las protestas de Úrsula, que en aquel tiempo había prohibido
la música en la casa a causa de los lutos, y que además menospreciaba el
acordeón como un instrumento propio de los vagabundos herederos de Francisco El
Hombre”.
Es decir, que ya llovía sobre mojado en el papel que juega el sustantivo oído, que da nombre al órgano sensorial de la audición, y la locución adverbial de oída que se refiere al efecto de conocer algo, pero sin poder atestiguarlo personalmente ¿Error o errata?
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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