(Continuación) Y aunque es cierto que por aquellos entonces, los posteriores al conflicto bélico, España estaba en otros menesteres y tenía otras cuitas, no es menos cierto que lo nuclear no andaba tan lejano de nuestros intereses como pudiera parecer a primera vista. Le digo esto porque la historia de la energía nuclear en España comenzó en octubre de 1948. O sea que.
JIA, JEN Y CIEMAT
Resulta que en suelo
patrio el dictador, con cierto carácter estratégico, creaba en el otoño de 1948
y mediante un decreto de carácter reservado, la secreta Junta de Investigaciones
Atómicas (JIA). La
misma institución que, una vez finalizada su fase secreta, en 1951 era
rebautizada como Junta de Energía Nuclear (JEN), un centro de investigaciones relacionadas tanto con las centrales nucleares como con la física experimental de partículas elementales.
Y que, con posterioridad, en 1986, fue transformada en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), un organismo público de investigación en: materias de energía y medio ambiente; diferentes tecnologías de vanguardia y algunas áreas de investigación básica.
Es probable que le
suenen los tres acrónimos
encadenados, pero no adelantemos acontecimientos, porque quizás no esté del
todo claro por qué España creía necesitar o realmente necesitaba, de su propia
bomba nuclear.
¿Por qué disponer de una bomba nuclear?
Naturalmente, y sobre
todo, por motivos bélicos -no digo ofensivos que también, pero sí defensivos-
que en aquellos momentos a buen seguro no faltaban, le sitúo. Con la Guerra
Fría como telón de fondo y junto a sus inevitables tensiones
internacionales coexistían: la carrera armamentística mundial, el particular y
estratégico papel de España en el continente europeo y, sobre todo, las
complicadas relaciones con Marruecos.
No olvidemos, un país independiente desde 1956 y con declaradas pretensiones sobre otros territorios, como el Sahara, por aquel entonces español. Una conflictiva situación sobre la que Estados Unidos ya se había pronunciado: en caso de guerra no vendría en nuestra ayuda.
Así que Franco lo tenía claro, no quería quedarse atrás en la
ofensiva nuclear que, no falto de cierta razón, consideraba fundamental para la
defensa ante posibles amenazas externas. Y en esa tesitura aprovechó el tablero
geopolítico de la segunda mitad del siglo XX.
‘Átomos para la paz’ (1953)
Una estrategia que
pudo tener como detonante el histórico discurso pronunciado en 1953 por el
presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower, en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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