[Esta entrada apareció publicada el 22 de abril de 2022, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Vaya por delante que el titular no alude a la conocida canción del grupo español Mecano, la que aparece en el álbum Entre el cielo y el suelo de 1987 y nos habla de una oscura y trágica historia, supuestamente basada en una leyenda gitana y en las credulidades que giran alrededor de nuestro único satélite, ya sabe, el ‘niño albino de Luna’.
No, no va de falaces
creencias esta entrega sino de ciencias ciertas. Las del reciente fenómeno
astronómico de luna llena del pasado 16 de abril, luna pascual, y, como
consecuencia, la producción de este otro, biológico y primaveral, que ocurre
una vez al año siempre después de un episodio de plenilunio.
Cuando millones de corales marinos parecen ponerse de acuerdo, expulsando al agua una nube de esperma y óvulos en una ceremonia sinfónica de naturaleza sexual y sin precedentes conocidos, ‘los hijos de la Luna’.
Algo del todo sorprendente pues
el coral es un animal colonial constituido por cientos o miles de
individuos llamados zooides, que llega a alcanzar grandes dimensiones y
a formar arrecifes descomunales y eso que carece de cerebro y ojos.
Pues bien, a pesar de
estas carencias, logra coordinar sus ciclos reproductivos con las fases lunares
y sincronizar ese conocimiento con el resto de sus congéneres. Sin duda ellos son hijos de la Luna y estamos
ante una especie animal única, ¿cómo lo hace?
Durante lustros la explicación de esta orgía coreográfica y sexual fue del todo desconocida hasta que, en 2007, un equipo de científicos australianos e israelíes investigó en la Gran Barrera Coralina de Australia a la especie ‘Acropora hyacinthus’, perteneciente a la familia ‘Acroporidae’ del orden ‘Scleractinia’.
Y descubrieron un
mecanismo de actuación para este fenómeno natural que vino de la mano de la genética.
Todo apunta a que el “culpable” es el gen CRY2, un regulador circadiano
criptocromo capaz de acelerar su actividad en función de la cantidad de luz
lunar que recibe.
Él podría ser el
responsable de una increíble habilidad de los corales: detectar diferentes
tonalidades de luz azul y generar, en virtud de esas luminosidades, una
catarata de reacciones bioquímicas únicas en la naturaleza.
Los criptocromos -un tipo de fotorreceptores de luz azul- constituyen una familia de flavoproteínas que regulan respuestas de las plantas superiores como la germinación, la elongación o la fotoperiodicidad.
Están además involucrados en el ritmo
circadiano de plantas y animales, y en la detección de campos magnéticos en
algunas especies.
En un principio este gen
codificaría una proteína, componente clave del oscilador central que regula el
reloj circadiano. Le dejo con Mecano: ‘De padre canela nació un niño /
blanco como el lomo de un armiño / con los ojos grises en vez de aceituna. /
Niño albino de luna’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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