[Esta entrada apareció publicada el 29 de abril de 2022, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Nadie ignora quién fue Newton, quizás el hombre más decisivo de la humanidad junto a Einstein y, probablemente, Arquímedes. Un personaje, don Isaac, sobre el que sabido es no escasean citas y anécdotas, pues bien, ésta es una de ellas que, para los intereses que nos traen empieza el 29 de enero de 1697.
Trescientos
veinticinco años ya, desde que Newton recibiera en Londres una carta procedente
de Basilea conteniendo una especie de concurso-trampa del que debía resolver
dos problemas de matemáticas.
El remitente de la misiva era el suizo Johann Bernoulli, aunque en realidad quien estaba detrás de la artimaña y había influido en su envío no era otro que el polímata alemán G. Leibniz, quien mantenía varias disputas científicas con Newton.
Pero no la recibió solo
él, también había sido enviada a otros destacados de la época como Hooke,
Wren, Halley o Huygens aunque la intención de quien la
mandaba era bien clara, quería poner en un aprieto al genio y medir, ni más ni
menos, que su destreza en el uso del recientemente desarrollado cálculo diferencial.
Si la envidia fuera tiña.
La carta llegó a manos
del inglés a las seis de la tarde y, a las cuatro de la mañana, ya había
resuelto ambos problemas, si bien no le contestó. Oliéndose la encerrona envió
las soluciones a la Royal Society para que fueran publicadas de forma
anónima en el ejemplar de febrero de la revista ‘Philosophical Transactions’,
y a Bernouilli que le dieran.
Newton resolvió en horas diez, lo que a la gran mayoría de matemáticos de la época le hubiese costado toda una vida y le hablo de Varignon, L´Hôpital o D. Gregory que también los habían recibido, pero nunca lograron resolverlos. O sea.
Se cree que solo
Johann, su hermano Jacob y el mismo Leibnitz habían resuelto el primero
de los dos problemas. O sea que. Cuentan que, pese al anonimato con que se
publicaron las soluciones, nada más leer el texto Johann exclamó, “Es Newton”.
“¿Cómo lo sabes?”, le preguntaron, “Por sus garras se conoce al león” (‘Ex
ungue leonis’).
Por su elegante
desarrollo había reconocido el estilo del genio inglés, y sus palabras eran una
señal de admiración en clave de metáfora con el rey de la selva. Seguro que nunca
se lo hubiera esperado, pero, igualmente, se lo tendría que haber imaginado, no
en vano era el gran Isaac Newton y no podía ser tratado como cualquier otro
mortal.
El señor Newton era mucho don Isaac. Por cierto, a los Bernoulli se les conoce como “los Bach de las matemáticas”, por decirlo de alguna forma la familia Bernoulli fue a las ciencias lo que la familia Bach a la música. Un nexo a seguir.
[*] Introduzcan en [Buscar
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desean ampliar información sobre ellas.
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