Escribo estas líneas sentado en la margen derecha, la del arrabal de poniente, del río Guadalquivir a su paso por Sevilla, mientras observo y oigo caer la lluvia sobre la hoy lisa superficie del otrora romano ‘Baetis’ o ‘Betis’, conocido después por los árabes como ‘Wadi al-Kabir’ o ‘Río grande’.
Lo hago mientras al fondo, en la orilla capitalina
de levante, veo medio correr por la acera del paseo a gente que han olvidado el
paraguas o el impermeable, y buscan el refugio bajo la copa de unos árboles a
los que llegan en improvisada carrera, esquivando charcos y evitando
resbalones.
Llueve por fin en Sevilla, pero ni mucho ni poco y,
por descontado, de manera insuficiente, muy insuficiente, llevando lo que
llevamos. Mientras lo hace, de manera voluntaria a la vez que consciente, se me
ocurre pensar de dónde ha de venir el viento para traer la lluvia.
Lluvia y poesía
¿Del crepuscular occidente o ha de ser del sur? ¿Quizás del naciente oriental? ¿Acaso ha de ser del norte?, o mejor no, que este viento espanta las nubes. La verdad que ni me acuerdo ni importa, no es esta la cuestión que hace hoy al caso.
Es entonces cuando, ahora inconsciente e
involuntariamente, me viene a la memoria mi poeta de cabecera y su poema Recuerdo
infantil, del poemario Soledades (1903), el que arranca con: Una
tarde parda y fría / de invierno. Los colegiales / estudian. Monotonía / de
lluvia tras los cristales. / Es la clase. En un cartel / se representa a Caín /
fugitivo, y muerto Abel, / junto a una mancha carmín. / Con timbre sonoro y
hueco / truena el maestro, un anciano /.
Me acuerdo y además, claro que hace al caso. Porque
la lluvia, si nos coge bien resguardados en casa, no solo nos propicia algún
momento de nostalgia y nos recuerda los muchos beneficios que su presencia nos
reporta, sino que también nos invita a escuchar buena música o aquella que nos
gusta (lo mismo da que da lo mismo). Y hablando de lluvia y Sevilla, ya sabe lo
que dicen.
“La lluvia en Sevilla es una pura maravilla”
Doy por hecho que la ha oído en multitud de ocasiones e incluso la habrá pronunciado usted mismo en días como estos, en los que las nubes descargan sobre la ciudad. Una frase que a veces se acorta eliminando el adjetivo, “La lluvia en Sevilla es una maravilla”, y una cualidad ésta, con la que no todo el mundo está de acuerdo al depender de la época del año en la que ocurra. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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