domingo, 30 de enero de 2022

Cerebro positrónico [CR-168]

[Esta entrada apareció publicada el 21 de enero de 2022, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

Es el último fleco suelto que queda por hilvanar del paño robótico iniciado hace prácticamente un mes (Robótica, ¿Qué son las Leyes de la Robótica?, Origen del término ‘robot’) y que rematamos hoy, ¿qué es un cerebro positrónico? En puridad dicha expresión hace referencia a un artefacto tecnológico ficticio, concebido por el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov para su obra 'Yo, robot' (1950), que actúa como unidad central de procesamiento (CPU) de los androides, y se encuentra ubicado en sus cabezas dotándoles de cierta forma de conciencia e inteligencia. 

Vendría a ser como el cerebro humano y del mismo tamaño, solo que artificial al estar constituido por una malla de platino (Pt) e iridio (Ir), en la que sus impulsos cerebrales serían equivalentes a nuestras comunicaciones neuronales, mediante un flujo de positrones.

Unas antipartículas que harían de neuronas mecánicas en sus circuitos energéticos, realizando un proceso muy parecido al de las conexiones sinápticas y los senderos neurales del interior de nuestros cerebros. Lo que naturalmente plantea un insalvable inconveniente físico. Los positrones, como antipartícula de los electrones, interaccionarían con la materia normal, el platino y el iridio de la malla, destruyéndola al instante; un fenómeno de total aniquilación al que el escritor no pareció dar la menor importancia científica. 

Y lo cierto es que acertó, la expresión tuvo un gran éxito popular -él mismo admitió que se había fijado en el antielectrón pues no hacía mucho que se había descubierto (1932), y ese detalle pensó, atraería el interés de los lectores. De hecho, la utilizó en todos sus relatos de robots, así como lo hicieron otros autores y aún hoy es todo un clásico del género.

Según los exégetas de la cosa, el cerebro positrónico fue el “factor científico” que posibilitó el gran desarrollo y difusión de los robots, al dotarlos de características propias. Supuestamente las ecuaciones matemáticas instaladas en ellos llevaban implícitas las Tres Leyes de la Robótica que regulaban su comportamiento, de modo que, cada decisión que tomaba, tenía asignado un valor de potencial positrónico acorde con la prioridad dictada por las leyes y en base a las cuales actuaba. 

Sólo había dos problemas. El cerebro positrónico podía verse afectado por las radiaciones alfa (núcleos de helio-4) y gamma (ondas electromagnéticas) y, en los modelos más primitivos, eran frecuentes los casos de robloqueo. Una situación que surgía cuando un robot se enfrentaba a alternativas opuestas con el mismo valor de potencial, por ejemplo, cuando tanto la acción como la inacción daban como resultado que un ser humano sufriera daños. 

Un conflicto de intereses que se resolvía con la destrucción del androide. Le dejo con el maestro, ‘Nunca permitas que el sentido de la moral te impida hacer lo que está bien’.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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