jueves, 23 de diciembre de 2021

Cajal y Sheldon [CR-162]

[Esta entrada apareció publicada el 10 de diciembre de 2021, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

De don Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) -científico español considerado internacionalmente, es nuestro primer gran laureado en ciencias al recibir en 1906 el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, celebramos por tanto el 115.º aniversario-, poco que decir que usted probablemente no haya leído y pueda recordar a golpe de tecla. 

Y de Sheldon, el físico teórico Sheldon Cooper, ínclito personaje de ficción de la magnífica y sobradamente conocida serie televisiva ‘The Big Bang Theory’, pues tres cuartos de lo mismo, no seré yo quien le ponga en la pista de cómo ver los 279 capítulos que conforman sus 12 temporadas.

Lo que quizás no sea tan conocido de ambos científicos es el hecho de que en el capítulo 16 de la sexta temporada de la serie estadounidense, titulado ‘The Tangible Affection Proof’ (La prueba tangible de afecto), se le rinde un emocionante homenaje al nobel español.

Todo empieza porque Sheldon le pide a su voluntariosa ayudante, Alex Jensen, que le busque un regalo adecuado por el día de San Valentín, para su “novia” la neurobióloga Amy Farrah FowlerY tras husmear en el perfil de Facebook de ella le ofrece a Sheldon una terna para escoger.

Una caja de música en forma de arpa, a Amy le gusta tocar este instrumento, que reproduce una de sus canciones favoritas; sin embargo, a Sheldon no le parece muy adecuada porque ella “ya tiene un arpa de verdad, en la que toca cualquier canción”.

Un mapa de Inglaterra que muestra los viajes de los personajes de los ‘Cuentos de Canterbury’ de G. Chaucer, Amy es muy fan de estos cuentos; pero tampoco es del agrado de Sheldon, “Amy ya tiene ‘google maps’ en su teléfono”.

Por último y dado que Amy es neurocientífica, saca de la bolsa un grabado de uno de los dibujos de células cerebrales, realizado a mano y firmado por el mismísimo Ramón y Cajal, el padre de la neurociencia moderna.

Una auténtica maravilla ante la que el ficticio físico cae arrobado hasta el punto de, sin el menor asomo de remordimiento, quedárselo para él, olvidándose de su prometida. No sigo, pero no se pierda la serie, es auténtica ciencia en clave de buen humor. Humor, ciencia y egoísmo, ¿quién no sería egoísta con algo así?

En mi opinión estos dibujos van más allá de sus bellas e intrincadas formas, no en vano representan un salto cualitativo en la comprensión de lo que una vez se llamó “el alma”, y soy ya lo suficientemente mayor como para no hacer juicios de valor.

Así que le dejo con ellos: ‘Que al carro de la Cultura no le falte la rueda de la Ciencia’; ‘Toc toc, Penny, toc toc, Penny, toc toc, Penny’.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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