[Esta entrada apareció publicada el 22 de octubre de 2021, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Es una de esas frases coloquiales con las que se suele expresar que vamos a tomarle el pelo a alguien, a gastar una broma, o a hacer una jugarreta, eso sí, sin intención de más, sin mala baba, ya me entiende. Es como cuando vamos a un espectáculo con alguien y, justo al llegar, decimos que nos hemos olvidado las entradas, aunque las llevamos en la cartera.
Bueno, pues “le hemos hecho la trece catorce”, ya ve, un engaño que no va un
paso más allá. Y si la intención de la mala pasada que gastamos no va más allá,
cabe preguntarse entonces: ¿de dónde procede?, ¿cuál es su razón de ser? ¿qué
papel juegan los dos numerales consecutivos?
Todo apunta a que la popular expresión es una aportación del sector mecánico, entiéndase talleres, fábricas y locales varios donde se utiliza la herramienta conocida como llave de tuercas, una de doble boca abierta y fija que presenta un diferente calibre en cada extremo, con lo que puede ser utilizada para apretar y desapretar dos tuercas cuyos tamaños están especificados mediante números.
Los mismos que un día un mecánico
veterano y algo “cachondo”, en algún taller desconocido, utilizó para gastar
una novatada al aprendiz recién llegado, pidiendo que le trajera una llave en
concreto, la del calibre trece catorce, y con el resultado que esperaba. Tras
tardar un tiempo, el joven volvía siempre con cara de preocupación, manos
vacías y la misma respuesta, no la encontraba, lo que hacía reír al resto de
compañeros ¿Por qué?
Pues por un existencial motivo mecánico-aritmético, ya que las llaves dobles fijas están marcadas con los guarismos siguientes: 6-7, 8-9, 10-11, 12-13, 14-15, 16-17, 19-22, 19-24, 24-27, 28-29 y 30-32; por ejemplo, la llave 8-9 es la que presenta un calibre de 8 mm en un extremo y 9 mm en el otro. Y si se fija bien, la 13-14 no existe, por lo que es imposible que la encontrara, ahí la razón de su papel en el engaño bromista del taller, y que con el tiempo ha pasado, quizás por ósmosis, al lenguaje común.
Pero no son estos números los únicos asociados a las llaves
de tuercas españolas, que forman parte de frases del lenguaje popular y por
diferentes motivos. Unos propios, como el de “perderse más que la 10-11”,
la llave quizás más utilizada en la mecánica de automóviles por lo que está
siempre menos disponible o perdida de vista. Otros son más impropios, como “hacer
el tres quince” o “la trece treinta” o incluso perversiones de la
original, como “hacer la tres catorce”.
En mis tiempos universitarios se oía la del estudiante que escribía a su padre pidiéndole dinero “para comprar una caja de vectores”.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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