[Esta entrada apareció publicada el 21 de mayo de 2021, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Así escrito y no al revés, ‘Chanel n.º 5’, aunque sea ésta como normalmente aparece. Le hablo del archi famoso perfume que la gran modista Coco Chanel mandó fabricar a uno de los especialistas en la Europa de principios del siglo pasado, Ernest Beaux. Y con el pedido una sola indicación, “No quiero un perfume que huela a rosas sino a mujer”, eso era todo lo que exigía y que el ruso tuvo listo un mes de mayo como éste, hace ya un siglo.
Así
que andamos de celebración del centenario de la icónica esencia, cien años sin
que su fórmula apenas haya experimentado cambios, ni cualitativos ni
cuantitativos. Una composición excepcional y novedosa que lo ha hecho eterno y
cuya fórmula magistral sigue siendo todo un misterio. Es sin duda uno de los secretos de la historia de la humanidad,
aunque, desde el punto de vista químico, perdone la deriva profesional, algo le
puedo descubrir de ella.
Fue excepcional porque mientras en esa época los perfumes se preparaban a partir de una sola nota floral, el Chanel está compuesto por un buqué floral que incluye más de 80 ingredientes, entre ellos: la verdosa-amarillenta o en ocasiones rosa, flor del ylang-ylang, un árbol oriundo de la India, Java y Filipinas; la flor de azahar, asociada normalmente al naranjo aunque también al limón y el cidro; la rosa, flor del rosal de la que como en las anteriores se extrae aceite esencial que se utiliza en perfumería, cosmética, medicina (fitoterapia) y gastronomía.
Además
del jazmín, tan apreciado en Andalucía como objeto de adorno en el pelo, para
ahuyentar a los mosquitos, para fabricar té; la madera de sándalo de India; la vainilla de Bourbon, un tipo de orquídea; las ‘rosas de mayo’, unas
flores silvestres mexicanas; el nerolí de Grasse; y un largo,
largo, etcétera.
Y fue novedosa, porque llevaba dos materias primas que lo cambiaron todo: el vetiver de Bourbon, una planta medicinal que a partir de ese momento se convertiría en uno de los mejores estabilizadores de fragancias en la industria cosmética; y un compuesto orgánico sintético que estudiamos en los tiempos de la química bachillera y tiene, entre otras aplicaciones, la de intensificar y fijar todos estos olores florales, los aldehídos.
En
realidad, Beaux, reelaboró el ‘Rallet n.º 1’, una fragancia que
había creado para la dinastía de los Romanov, antes de que los bolcheviques
acabaran con el zarino imperio ruso. ‘N.º 5 Chanel’, toda una revolución
química en la industria aromática, del que preparó diferentes muestras y numeró
del 1 al 10 para que Coco eligiera. Y sí, parece ser que eligió el
frasco número cinco ¿Realidad o leyenda? Le dejo con ella: ‘No hay elegancia
posible sin perfume’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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