[Esta entrada apareció publicada el 19 de marzo de 2021, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
El titular forma parte de una archiconocida cita atribuida al genial científico Isaac Newton, y está considerada como una muestra de su modestia y humildad, al dar a entender con ella que reconocía la contribución de otros grandes como Copérnico, Brahe, Kepler o Galileo. Sin embargo, tanto la atribución como la intencionalidad no parecen estar bien fundadas y es que Newton, como hombre, no siempre estuvo a la altura que alcanzó como científico.
Respecto a la primera
no hay duda. Categóricamente se puede afirmar que la frase no es suya y, lo que
es peor aún, cuando la incluyó en una carta personal no ignoraba que
correspondía a la 'Anatomía de la melancolía' de Robert Burton,
donde decía: “Los pigmeos colocados sobre hombros de gigantes ven más lejos que
los gigantes mismos”.
Lo que nuestro hombre
desconocía era que tampoco Burton fue su autor pues, a comienzos del siglo XII,
parece ser que la utilizó el teólogo y filósofo John of Salisbury atribuyéndola
a su maestro Bernard of Chartres, y entonces decía: “Un enano subido a
los hombros de un gigante verá más lejos que el mismo gigante”. Y no queda aquí
la cosa. Todo hace pensar que tampoco era suya, que el origen de la cita se
remonta a muchos siglos atrás, lo que llaman perderse en la noche de los
tiempos. O sea.
Y en lo que atañe a la intención con la que fue empleada, las más oscuras sombras de dudas se ciernen sobre ella. Resulta que Newton mantenía un contencioso con Robert Hooke, un científico que pretendía adjudicarse sin ninguna razón, la invención del telescopio reflector. Una autoría que Newton no estaba dispuesto a consentir, de hecho, hoy en día, estos telescopios son conocidos como newtonianos. O sea que.
No obstante, en honor
a la verdad hay que decir que, al margen de este intento de fraude científico,
Hooke fue un investigador hábil e ingenioso que destacó en física y biología,
lo que no está mal, nada mal. Pero se ve que como científico quería más
reconocimiento por parte de sus colegas porque, por desgracia, como persona no
tenía ninguno. Hooke era un hombre desagradable, polémico, mísero y
pendenciero, y además era muy bajo.
Y en su corta estatura
se fijó el cobarde y pusilánime Newton, que tampoco era un alma de la caridad,
para atacarle. Era evidente que, dada su escasa talla física, Hooke no podía
ser uno de esos gigantes a cuyos hombros Newton se habría subido.
Mi opinión es que su
intención era, más que nada, vibórica ¡Bueno era don Isaac para las cosas que
le interesaban! ‘He visto más lejos que otros hombres, y es porque he estado
subido a hombros de gigantes’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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