Casi seis décadas de funcionamiento de este radiotelescopio que fue, con sus 305 m de diámetro y en su momento, el más grande del mundo de plato único, esférico e inmóvil, uno sobre el que estaba suspendido mediante cables su componente fundamental, una plataforma con instrumental científico de 900 t de masa.
Pero el tiempo, que todo
lo degrada, hizo su inexorable función también sobre los cables y en estas nos
vemos. Claro que en ese ínterin, y con rango de categoría, no es poco lo que
nos ha legado su existencia.
Para empezar, sepa que no fue creado para estudiar el cosmos sino la ionosfera, región químicamente activa de nuestra atmósfera sita entre 80-500 km de altura, y tras sucesivas mejoras en sus instalaciones, al poco tiempo ya se estudiaba la Luna y los planetas, por ejemplo, gracias a él supimos que el periodo de rotación de Mercurio no era de 88 días sino de 59.
Y su campo de observación
no quedó ahí. Tan solo una década después, en 1974, se detectaba el
primer sistema estelar binario, formado por un púlsar y una estrella
de neutrones orbitando alrededor de un punto. Un buen año sin duda,
astronómicamente hablando, pues en noviembre, desde Arecibo, se enviaba el primer
mensaje al espacio -tres minutos de información cifrada sobre la humanidad
y nuestro Sistema Solar-, con la esperanza de que alguien lo reciba, descifre y
responda.
Formó parte del programa SETI de Frank Drake y se dirigió al grupo globular de estrellas M13, situado a 25 000 al. Y tan solo cuatro años después, en 1978, se obtenía de forma indirecta la primera confirmación de las ondas gravitacionales, una de las predicciones de la einsteniana teoría de la relatividad general.
Tampoco fue mala la década
de los noventa. En 1992, como parte de la búsqueda de nuevos púlsares, se
encontró el PSR B1257+12, en torno al cual orbitan dos planetas, se trataba del
primer descubrimiento de exoplanetas. Y se ponía en marcha el proyecto
de búsqueda y seguimiento de asteroides, un nada desdeñable peligro
potencial para la Tierra.
Ya con el rango de
anécdota le recuerdo que estas instalaciones aparecen en: un episodio de 1994 de
la serie televisiva The X-Files, tito tatín, tatín, ta tito tito tin...; en la bondiana película GoldenEye de 1995;
en el film de ciencia ficción Species de 1995; y, claro, en Contacto
de 1997, basada en la novela homónima de Carl Sagan. Gracias por tanto,
Arecibo ¿Hay alguien ahí fuera?
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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