miércoles, 16 de diciembre de 2020

‘María la Judía’ [CR-113]

[Esta entrada apareció publicada el 04 de diciembre de 2020, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

En su preocupación por el descubrimiento de la piedra filosofal, María, nos mostró cómo construir tuberías de plomo (Pb) con láminas del metal y a trabajar con distintas aleaciones de cobre (Cu), plata (Ag) y oro (Au), así como con muchos sulfuros de estas sustancias.

Fue también inventora del proceso de destilación fraccionada, operación para la que diseñó y construyó el alambique, un aparato de cobre que no sufrió prácticamente cambio alguno hasta 1860 y del que Zósimo da dos versiones, ‘Dibikos’ y ‘Tribikos’, según tuviese dos o tres caños (‘bikos’) para la destilación.

Recipientes de este tipo han sido encontrados en monasterios y conventos donde fueron utilizados por los religiosos para obtener licores medicinales, unos brebajes que nacieron para curar enfermedades y terminaron siendo una fuente de ingresos para los religiosos. Así empezaron los actuales ‘benedictines’, ‘cervezas’, ‘chartreuses’, ‘mistelas’ y demás variedades locales de alcohol destilado.

A su ingenio se atribuye la invención de otro aparato, éste para la sublimación de sustancias, el ‘Kerotakis’, un horno en el que se podían tratar los metales con vapores de otros metales, ácidos u otras sustancias. Y la síntesis de un sulfuro de plomo y cobre empleado por los pintores como pigmento negro y conocido como 'negro de María'. Es más, está considerada como la descubridora del ácido clorhídrico, HCl (dis).

¿Realidad o leyenda? ¿Fue María un personaje de carne y hueso o un mito alquimista? Pues, hoy por hoy, no lo podemos saber. No hay ninguna referencia escrita de alguien que asegurara haber sido contemporáneo de ella, certificando así su existencia, allá por el siglo III. De forma que nada se puede garantizar acerca de su existencia real, en una Grecia en la que la Alquimia empezaba a adquirir unas características que se harían definitivas y cuya autoría se le atribuye.

Es muy probable que nunca lo sepamos, lo que en sí tampoco es importante pues nos quedan sus cacharros y métodos que sin duda condujeron al nacimiento de la Química. Y su renombrado “baño”, buen ejemplo didáctico de similitudes históricas entre la investigación del laboratorio y el caceroleo de la cocina.

Una relación, en este caso mujer-alquimia, que está más cerca del clásico rol activo del hombre, que del habitualmente pasivo asignado a la mujer, ya me entiende, de musa inspiradora y apoyo espiritual del hombre. En este caso no es así, se trata de una María remangada y metida en faena, de igual a igual con el hombre, científica e inventora. Inteligencia, paciencia, ingenio, pericia y ella, un magnífico equipo.

Por cierto, ¿usted qué dice, ‘al baño (de) María’ o ‘en un baño (de) María’? Ella dijo: “Los hombres tienen mucha prisa y quieren hacer la Obra muy pronto”. Sabia María.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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