Soy consciente de que un titular así -en el que se incluyen en una misma línea una parte del electromagnetismo, pilar junto con la mecánica newtoniana de la física clásica, y ese útil y hoy por hoy imprescindible electrodoméstico de los que todos tenemos en casa un ejemplar- no solo no ayuda a hacerse una idea de lo que va la entrada, sino que más bien lo hace confuso.
Lo hace confuso porque el asunto no va sobre la
dudosa estética de colocar pequeños imanes en ellos, lo digo por si lo ha pensado,
ni por el timo pseudocientífico ya tratado en esta tribuna hace una década (Los imanes de la puerta del frigorífico), no, no va por ahí. En esta ocasión va
sobre otro componente de la puerta, que nos permite acceder a su interior con
el menor de los esfuerzos físicos (empujar / tirar), dado que su eficiente
sistema de cierre viene provisto de una tecnología magnética. Todo el mundo
lo sabe.
Entre mecánica y electromagnetismo
Sin embargo, los que ya peinan canas o apenas tienen qué peinar saben que no siempre ha sido así, y que esta tecnología magnética de cierre no fue la que se utilizó inicialmente. Hasta la primera mitad del pasado siglo XX, las puertas de las neveras -en mis tiempos adolescentes se las llamaba así, quizás como reconocimiento a sus ancestrales orígenes- se abrían y cerraban mecánicamente desde el exterior con una manilla cuya palanca la dejaba bien asegurada y cerrada.
Bien, y ¿por qué se cambió? se preguntará usted
con toda razón. Si le digo que se cambió para poderlo abrir desde dentro, es probable
que usted me volviera a preguntar, ahora con una aparente y aplastante lógica ¿y
qué necesidad hay de abrirlo de esa forma?, cuestión a la que deberé contestar
con un preocupante: “Por razones de seguridad”. Que dicho así parece decir algo,
pero que en realidad no dice nada, porque, ¿a qué tipo de seguridad se refiere?
¿para quién es?
Llegado a este punto sí me pongo serio y le respondo
que se cambió para salvar vidas, en concreto vidas de niños, ni más ni menos.
Así que se hizo por la seguridad de los más indefensos, como lo lee.
Frigorífico y juego del escondite
Resulta que a mediados del siglo pasado, cuando aumentó la presencia de este electrodoméstico en los hogares estadounidense, empezaron a producirse fallecimientos de niños pequeños que se quedaban encerrados en ellos, al meterse dentro mientras jugaban al escondite.
Eran solo unos niños y naturalmente pensaban que, aunque frío,
se trataba de un refugio magnífico donde esconderse tras cerrar la puerta, y naturalmente
ignoraban que sería una tarea imposible para ellos abrirla desde dentro, y que el
hermetismo del habitáculo dificultaría que sus gritos pudieran ser oídos desde
fuera.
Unas circunstancias que ocasionaron multitud de
accidentes caseros que acabaron, en el mejor de los casos, en una fuerte hipotermia
cuando no, por desgracia, con sus vidas. Y que fueron más frecuentes de lo que
en un principio cabría esperar como prueba el hecho de las numerosas leyes
dictadas a tal efecto. Vean si no. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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