martes, 29 de septiembre de 2020

‘Arare rus dei dignus’ [CR-103]

[Esta entrada apareció publicada el 25 de septiembre de 2020, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

No son pocas las historias reales que se cuentan sobre los anagramas, esas palabras o frases que resultan de la transposición de letras y que han sido utilizados con distintos fines a lo largo del tiempo. Le recuerdo los pseudónimos anagramáticos de la semana anterior a los que añado uno más, ‘Alcuinus’, que relaciona ciencia y creencia. Verán.

El anagrama deriva de Calvinus (convertir “v” en “u”) tras la latinización del apellido del teólogo protestante francés Juan Calvino (1509-1564), quien tuvo sus más y sus menos dogmáticos-trinitarios con el teólogo y científico español Miguel Servet (1511-1553).

Una historia con un colofón conocido, la amenazante carta de muerte y la hoguera ginebrina entre otras cuitas que les diferenciaban. Por ahora destacar del español que utilizaba el alias de ‘Revés’ ¿anagrama? y naturalmente su aportación, más religiosa que científica, sobre la circulación pulmonar (1546).

Pues bien, en esta misma línea va la historia que le traigo, relacionada con Andres Rudigier (1673-1731), un médico de Leipzig quién al parecer y según la ‘Larousse’ del siglo XIX, cuando iba a elegir qué estudios universitarios realizar, decidió investigar su nombre a fin de obtener algún anagrama que le ayudara en la elección, pues lo cierto es que se encontraba en un dilema.

Resulta que quería estudiar medicina, pero no tenía claro si era la opción adecuada, por lo que se puso manos a la obra. Lo primero que hizo fue latinizar su nombre, costumbre usual de la época, y una vez realizado, Andreus Rudigierus, dedujo de él con gran sobresalto el anagrama ‘Arare rus dei dignus’ (Digno de trabajar en el campo del Señor). Qué me dice.

Digo con sobresalto porque el joven creyó que su vocación médica estaba errada y que Dios lo quería para la carrera eclesiástica, bien claro estaba lo de “trabajar en el campo del Señor”, y por supuesto era Él quien debía guiar su destino.

Por suerte su preceptor estuvo al quite, y ante tan repentina desviación epistemológica y convencido de sus aptitudes para la medicina, meditó sobre el asunto no parando hasta que encontró otro significado. Entonces fue a visitarlo y le dijo: “Eres todo un majadero. El anagrama de tu nombre lo que te indica es que debes ser médico, ¿no comprendes que el campo del Señor no es otra cosa que el cementerio? ¿Y quién lo trabaja mejor que ellos?” Cómo lo ve.

No me pregunte, pero el caso es que lo convenció, se ve que ya por aquellos tiempos estaba meridianamente claro que la medicina sólo puede curar las enfermedades curables, vamos que un médico es aquél profesional de la salud que tapa sus errores con tierra. Claro que esto es solo un decir, un decir anagramático, claro.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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