(Continuación) Una recopilación de relatos donde es
fundamental la presencia de lo artístico (pintura y música, sobre todo) y más
que evidente que su título es un remedo de ‘Los trabajos y los días’,
del griego Hesíodo. Bien, pero se preguntará usted, lector y quizás melómano,
qué clase de acordes toca el antañón texto francés en este musical ‘Si me das a
elegir’ y en estos tiempos de coronavirus que corren. Mejor lo lee, arranca
así:
‘Detestad la mala música, pero no la despreciéis. Se
interpreta y se canta mucho más y con más pasión que la buena, de tal forma que
se ha ido llenando a poco a poco con los sueños y las lágrimas de los hombres.
Que por este motivo os sea venerable. Su lugar, nulo en la historia del Arte,
es inmenso en la historia sentimental de las sociedades.
El respeto, no digo el amor, a la mala música, es no sólo
una forma de lo que pudiéramos llamar la caridad del buen gusto o su
escepticismo, es también la conciencia de la importancia del papel social de la
música. Cuántas melodías que no valen nada para un artista figuran entre los
confidentes elegidos por la muchedumbre de jóvenes romancescos y de las
enamoradas’.
Proust,
el de la magdalena
Bueno, bueno, bueno pues ya ve la razón de mi inicial
silencio. Nada menos que todo un impresionista simbolista como el francés,
sosteniendo que la música puede resumir los sueños y las lágrimas de una
sociedad, recordarnos lo que somos y fuimos, y celebrar que nunca se acabará el
amor, aunque, lamentablemente, tampoco la injusticia. Casi ná, que diría el
castizo.
Un Proust que, más de un siglo atrás nos redime y
exculpa del gusto imperante por lo que, para muchos, es una involución de la
calidad musical, un sometimiento de las letras (lloriqueo incesante, grotesco
machismo, caricaturesco sufrimiento) y un ridículo empleo de fórmulas elementales
(repetición ‘ad nauseam’ de una frase, palabra o sílaba insulsa). Y si
lo dice él, quien soy yo para llevarle la contraria.
Sin lugar a dudas es del todo injusto considerar ‘Me
quedo contigo’ como mala música cuando, al margen de la letra, que tiene lo suyo
recuerde ‘Pa ti, pa tu primo’, la melodía por sí sola es capaz de
despertar pasiones.
Si acaso música popular, como nos dice el autor de ‘En
busca del tiempo perdido’, quien por cierto también nos enseñó cómo la
percepción del olor nos puede evocar un recuerdo de, por ejemplo, la
infancia. Sí, me refiero a la magdalena de Proust, un magnífico nexo que
no pienso soltar.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
Esperamos que retome pronto a Proust, su magdalena y el significado científico.
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