También conocido como relato hiperbreve o minicuento, un microrrelato
básicamente es una construcción literaria narrativa caracterizada por la
brevedad de su contenido, algo que dicho así y en teoría está bien, pero claro,
cuánto de breve ha de ser porque lo cierto es que en la práctica no existe
consenso alguno al respecto de su extensión. Lo digo porque ésta puede ir desde
una sola línea con pocas palabras hasta tres páginas completas llenas de ellas.
Una brevedad que, por otro lado, no implica que la
narración sea simple y sencilla y sólo necesite de poco más que un tratamiento
superficial para su ejecución, no, nada más lejos de la realidad porque, ojo,
un microcuento no es una anécdota ni una greguería ni una ocurrencia. Como todo
relato que se precie ha de tener planteamiento, nudo y desenlace para así
lograr su objetivo, que no es otro que el de contar un cambio, un sucedido,
mostrando cómo se resuelve el conflicto planteado desde las primeras líneas.
Se lo ejemplifico con una manita de ellos, formados por
título y texto. ‘Novela de terror: Me desperté recién afeitado’; ‘Alumno
en clase: Se aburría...y bostezó’. ‘Trasplante: Mi corazón te
espera, es lo único que queda de mí, estoy dentro de otra. Búscame’; ‘Amor
vegetariano: Y fueron felices y comieron ensalada’; ‘Cuenta atrás:
Siete decenios. Seis trabajos. Cinco infidelidades. Cuatro operaciones. Tres hijos.
Dos latidos. Un suspiro’.
Para ello todo debe estar medido al milímetro, desde el
título superior hasta el final inferior pasando por el texto central, empleando
además un lenguaje preciso y conciso, pues estamos ante una escritura escrita
al filo de la navaja, en la que cobra especial importancia lo que no se cuenta.
Es decir que se sirve de la elipsis para contar una historia sorprendente y
sorpresiva, destinada al lector activo y avisado.
Multigénero,
exigente, politemática
Hablamos, por un lado, de una escritura que se adapta
bien al género realista, al fantástico, al científico o al humorístico, vamos a
cualquier remiendo literario, siendo muchas de ellas anónimas, didascálicas,
creativas y pedagógicas.
Y por otro nos referimos a un texto que exige de un
análisis concienzudo para poder determinar la auténtica intención del
microcuentista de turno, a la vez que puede versar sobre una infinidad de
temáticas: la docencia, el tiempo, el amor, los números o la muerte por citar algunos.
Vamos, que hay muchos flecos que hilvanar. Para muestra de lo que le digo, he
aquí unos botones del cajón de sastre.
‘Sueño en clase: Luchaba contra sí mismo, pero la
fuerza de gravedad sobre sus parpados era mayor que su fuerza de voluntad’; ‘Historia
de un siglo: Y de nuevo comenzó’; ‘Obviedad: La muerte lo
sorprendió vivo’; ‘No molestéis a los vencejos: Mirando al horizonte
introdujo un nuevo cartucho en la recámara’; ‘Los números: Uno por uno.
Resultado: uno’. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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