Me lo
preguntaron hace ya unos días, ¿podemos fabricar en casa nuestro propio gel
desinfectante?, total, me decían, en ‘Youtube’ hay más de un vídeo que nos
enseña cómo hacerlo a base de alcohol etílico (el del botiquín) y gel
de aloe vera (de uso cosmético).
Visto a
vuela tecla parece tener buena pinta, pero si quiere conocer mi opinión como
químico le diré que puede que se trate de una forma fácil y barata de obtener
un desinfectante, pero le aseguro que como gel hidroalcohólico, no solo resultará
ineficaz contra el coronavirus, sino que además puede acarrearle algunos
problemas médicos.
El
motivo de su ineficacia radica en que el etanol empleado es un
desinfectante que elimina a las bacterias, pero no a los virus,
que son los microbios que ahora nos enferman y matan. Por el contrario,
los geles comerciales sí los eliminan al ser soluciones que, aparte de alcohol
y agua, también contienen biocidas y fungicidas, unas sustancias
que como particulares no podemos adquirir en los comercios.
Ellos sí
nos desinfectan, como también lo hace (si está bien ejecutado) el simple lavado
de manos con agua y jabón que, además de fácil y barato es del todo eficaz
contra el coronavirus SARS-CoV-2.
De hecho
es la medida recomendada por la OMS, pasando a ser los geles un
complemento cómodo para usar fuera de casa, pero que podemos sustituir llevando
un botecito de jabón para usar en cualquier lavabo. Un método sencillo, muchísimo
más barato e igual de eficaz para combatir a la enfermedad del COVID-19.
Volviendo
a las recetas, en concreto a dos que ha compartido la propia OMS, le he
de advertir que son para uso exclusivo de los profesionales de la sanidad y en ellas
intervienen unos productos químicos que: a) tienen una pureza que no está al
alcance de cualquier ciudadano; b) han ser utilizados en cantidades exactas, lo
que exige un instrumental adecuado para su medida; c) deben ser manipulados de
forma correcta, lo que implica una formación acreditada como laborante.
La
primera lleva en su composición etanol al 96 %, peróxido de hidrógeno
al 3 %, glicerina al 98 % y agua destilada y esterilizada o agua
hervida y fría. La segunda es idéntica sustituyendo etanol por alcohol
isopropílico al 99,8 %.
Pero en
ambas necesitamos saber el significado de esos porcentajes y las cantidades
precisas a utilizar, que no podemos medir a base de cucharadas o ‘a ojo de
buen cubero’, como si estuviéramos haciendo un bizcocho o una tortilla de
patatas. A diferencia de la cocina, los errores de medición en un laboratorio
pueden resultar peligrosos. Le dejo con mi poeta de cabecera: ‘Todo es
cuestión de medida: un poco más, algo menos...’.
[Esta entrada apareció publicada el 15 de mayo de 2020, en la
contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden
leer]
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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