Tal día como el
próximo domingo, se cumplirá el 160 aniversario de la publicación del
archiconocido libro del evolucionista inglés Charles Darwin, cuyo título
original es algo más extenso y no tan conocido, vean si no: ‘El origen de las especies mediante la
selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la
vida’. Es el primer escrito
razonado y razonable sobre la teoría
de la evolución y el mecanismo de la selección natural, y un libro fundamental de nuestra cultura en
general, de la historia de la ciencia en particular y de la biología en
concreto.
Publicado el 24
de noviembre de 1859, entonces cayó en jueves, los 1250 ejemplares impresos en
esa edición se agotaron el primer día, y ésa fue sólo la primera de seis
ediciones que se emitieron en vida del propio Darwin. El motivo de tan
extraordinario éxito comercial -no olvidemos que es un libro científico y
especializado, sobre un tema entonces fronterizo del conocimiento-, se debe al
lenguaje sencillo, directo y coloquial que utiliza su autor, lo que sin duda
posibilita una comprensión accesible a cualquier lector. Un mérito más del
naturalista, éste de la capacidad divulgadora, y otro detalle del enorme
impacto que sus ideas evolucionistas produjeron en la sociedad de la época.
Una idea que el
autor empieza a germinar en su juventud, fructifica durante años de intuición,
observación e investigación y encuentra su confirmación empírica en la
expedición alrededor del mundo que Darwin emprende a bordo del ‘HMS Beagle’ (1831-1836). En dicho viaje recoge muestras de plantas y animales que,
a su entender, son evidencias ratificadoras de su hipótesis evolucionista y
sobre la que reflexiona durante 23 años más hasta que, en 1859, la publica en
el libro que les traigo.
En él argumenta
de forma extensa, aunque simple y adecuada para cualquier lector no especialista,
cómo todos los organismos vivos, animales y vegetales, han evolucionado a lo
largo del tiempo a partir de un antepasado común, mediante un proceso
denominado selección natural. Una idea muy revolucionaria para una época, en la
que no olvidemos, estaban vigentes otras tan opuestas como el creacionismo y el catastrofismo.
Un último
detalle. En este libro Darwin apenas trata el origen del hombre, casi no
reflexiona sobre la evolución humana, de hecho éste es un tema que no expone
hasta 1871, cuando extiende la hipótesis de la evolución al mismo ser humano.
Lo hizo con su ‘El origen
del hombre’, un estudio
especializado y selectivo en el que nos dice que no descendemos del mono, sino
que somos monos, sus primos hermanos, vamos. Ya lo dijo el filósofo: ‘Los monos son demasiado buenos para que el
hombre pueda descender de ellos’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 22
de noviembre de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota,
donde también la pueden leer.
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