Este era el breve, enigmático y aritmético contenido
del telegrama que el matemático alemán Johann
Lejeune Dirichlet (1805-1859) mandó en cierta ocasión a su suegro. Que
fuera escueto podría resultar normal ya que se trataba de un telegrama, pero
que empleara una ecuación y ésta estuviera aparentemente errada, siendo tan
elemental y él un renombrado matemático de la primera mitad del siglo XIX, la
verdad es que no lo es. No.
Como tampoco el fondo por el que lo hizo, comunicar
que había nacido su primer hijo, o sea que nada, nada, normal. Pero así fue, sólo
números y signos aritméticos para informar, nada menos que a su suegro, que
había uno más en la familia. No parece que al buen hombre se le pasara por la
cabeza que, quizás, le gustaría a su familia política saber del estado físico y
sexo del neonato, su nieto, y por supuesto de la madre, su hija. En fin, estos
matemáticos y sus números.
Un comportamiento criticable pero de agradecer,
y es que han de saber que Dirichlet tenía fama de ser muy poco amigo de
escribir cartas, lo que se dice una persona poco comunicativa, vamos. De modo
que bien visto, hizo una excepción cuando nació su primer hijo, vamos, que se
estiró con el nacimiento de su primogénito. Por eso les decía lo de agradecer.
En el campo del análisis matemático se le atribuye una definición de función que seguro recordarán de los tiempos bachilleres, esa de
que cuando el valor de una magnitud depende de otra, se dice que es función de
ella. Por ejemplo, la longitud de una circunferencia es función de su diámetro,
en concreto es directamente proporcional a él (L = π·D).
Pero sus trabajos más destacados se produjeron
en el campo de la teoría de números, y en particular en el estudio de
las series, llegando a desarrollar la teoría de las series de Fourier,
que le sonaran. También aplicó las funciones analíticas al cálculo de problemas
aritméticos, estableciendo criterios de convergencia para las series. Ya
en mecánica teórica, se centró en el estudio del equilibrio de sistemas
y en el concepto de potencial newtoniano.
Por cierto, no se lo he dicho, su mujer era
Rebecka Mendelssohn perteneciente a una distinguida familia de judíos
conversos. De hecho era nieta del filósofo Moses, hija de Abraham y hermana del
compositor Felix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847) que también seguro
estoy le sonará ¡Ah!, y madre del 3 de la igualdad matemática telegramera con
error aritmético incluido. O no.
Si no me creen escríbanme, porque ahora les dejo
con una einsteniana: ‘En tanto que las proposiciones matemáticas se refieren
a la realidad, no son ciertas. Y en tanto que son ciertas, no se refieren la
realidad’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 04
de octubre de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota,
donde también la pueden leer.
me gustan algunos de los temas que publica. otros no.
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