domingo, 30 de junio de 2019

"6 + 7 = 18". Efecto perverso

(Continuación) A la chusquería del timo evaluativo, el paso del tiempo le ha añadido la frustración reformista, lo digo porque la ironía del bueno de Inocencio ocurrió hace ya veinte años, en 1999, y hoy día todo parece seguir igual o peor. Lo que está muy mal.
Se trata de una enfermedad social que padece nuestro sistema educativo llamada inercia, consistente en seguir aplicando las mismas soluciones a los viejos problemas y, claro, éstos siguen sin arreglarse. Lo llaman renovación pedagógica, y ya conocen la máxima lampedusiana de que hay que renovarlo todo para que nada cambie. Pues eso.
Bueno, una corrección, los gestores educativos sí cambian, aunque siguen empleando la misma cantinela pseudopedagógica: “lo nuevo, por el mero hecho de serlo ya es bueno y, además, no tiene que demostrarse”. Más material para una actuación en el festival del humor. Ignaros con cartera.
Efecto perverso
El caso es que la dichosa suma, mal hecha se mire como se mire, le supone al alumno una calificación de Notable, si es mirada con el prisma adecuado y que no es otro que el de nuestra pedagogía educativa. Una óptica que permite que el error no sea considerado como un defecto sino, como la expresión auténtica del dinamismo subyacente del alumno. Toma del pedagógico frasco, Carrasco.
Y por supuesto que gracias a ella el alumno alcanzará los objetivos, no sé cuáles no me pregunte pues los ignoro, pero el caso es que lo hará. Mas, si a pesar de todo no fuera así, cosa muy improbable, no hay que desesperar pues existen remedios, por ejemplo, adaptándolos a su nivel y peculiaridades y entonces, así, claro que lo logrará. Además, y lo que es más importante, sin ocasionarle trauma alguno, ojo al detalle.
No hay que olvidar que el no promocionar podría frustrar al alumno, y eso sí que no, porque ellos no fracasan, en todo caso lo hace el sistema ¿Qué digo, el sistema?, tampoco él, quien fracasa es el profesor que al fin y al cabo es el que enseña y su culpa tendrá, vamos digo yo. En fin, ya me entiende.
Por desgracia, esta paródica y ficticia visión de la enseñanza que les traigo, es un hecho real que lleva años produciéndose y ha provocado en nuestro sistema educativo, notables descensos de su rigor escolar y nivel científico, y con ellos su degradación. Un efecto perverso que puede dar al traste con la encomiable idea de poner la educación al alcance de todos, pero la educación valiosa, claro.
Como ven, a la chusquería y la frustración hay que añadir, también, la perversión. Con razón, en sus momentos de mal humor, el maestro Juan de Mairena, avisaba sobre la pedagogía: “Un pedagogo hubo; se llamaba Herodes”. A buen entendedor. 
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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