(Continuación)
Hasta la del color, amarillo albero,
que a partir de esta tierra se prepara y con el que se engalanan los resaltes
de la fachada del coso del Baratillo y de otros edificios sevillanos.
Me vienen a
la mente la Basílica de San Lorenzo, el Palacio de San Telmo, las paredes de la
calle Judería junto al Alcázar o la Iglesia del Salvador por citar algunos de
los más emblemáticos y reconocibles. Por lo que tengo consultado, el uso del
albero y su tono dorado se hizo muy popular a partir de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, por una cuestión estética
de contraste.
Y junto a
él es evidente la presencia de otro color, el rojo carmesí, tan asociado al poder
junto con el escarlata y que es el del Pendón de San Fernando, una de las
banderas históricas de España con las que el rey Fernando III tomó Sevilla en 1248.
Así que, perdonen
la deriva cromática- musical, a pesar de lo que nos cantaron el dúo Los del Río de la sevillana localidad
de Dos Hermanas, precisamente para la Exposición
Universal de 1992, Sevilla no tiene un color especial sino dos, o lo que se
pierde de una exposición a otra.
Sevilla tiene un color especial, / Sevilla sigue teniendo su duende.
Me sigue oliendo a azahar, / me gusta estar con su gente.
Por último,
junto a las de un tipo de tierra y de color, existe una tercera acepción de la palabra
albero, en este contexto de la Tauromaquia en el que estamos lidiando.
Albero: tierra, color y ruedo
Como seguro
saben, albero, se suele utilizar también
para referirse al propio ruedo, redondel, coso, palestra, anillo o circo, que de
todas estas formas es conocido ese terreno “circular” situado en el centro de la
plaza, limitado por la barrera y destinado a la lidia del toro. Sí, ha leído bien,
circo.
Y de esta denominación
da buena prueba el nombre de la calle interior que rodea la plaza de toros, la calle Circo, que se denomina así desde
1859, por la circunferencia que describe su trazado y que ya aparece en los
planos de la segunda mitad del siglo XIX.
Con el tiempo,
y motivado por la construcción de las manzanas de edificios que rodean y encierran
gran parte del perímetro de la plaza, su extensión se fue limitando, quedando aislada
del resto del viario por verjas y cancelas. De
hecho, cuando en el siglo XX se construye la manzana de calle Adriano, el
acceso a esta calle se hará a través de un paso abovedado que queda privatizado
por la colocación de una cancela.
Y por supuesto
que por ella pudo andar nuestro invitado especial de esta saga de enroques taurinos,
el científico victoriano Sir Francis
Galton, cuando asistió a esa corrida del Domingo de Ramos del 2 de abril de
1899, hace ahora poco más de ciento veinte (120) años. Un circo, el del Arenal sevillano,
que allá por los comienzos del siglo XVIII inició el proceso técnico de modificar
su forma a causa del cambio de lidia de caballo a pie.
Como ya hemos
comentado, en un principio, estos espacios eran cuadrilongos al tratarse de una
actividad festiva practicada por la nobleza en sus picaderos. Pero al pasar a realizarse
la lidia a pie, y dado que el toro se refugiaba en los vértices lo que la dificultaba,
se empezaron a construir ovaladas y, finalmente, redondas que sin duda es la
forma que más facilita más la brega con el toro.
Una tendencia que
terminó marcando estilo, si bien no por ello dejaron de existir plazas de ruedo no redondo.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las
palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar
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