(Continuación) Evidentemente,
lo que pensó el empleado André Giroud de
Villette ese domingo 19 de octubre
de 1783 a bordo de la montgolfiera
en París, fue una especie de premonición.
Me refiero a su segura
afirmación relacionada con el uso militar del artilugio volador que, como
recordarán, fue utilizado en junio de 1794 durante la batalla de Fleurus, y que
contribuyó a la victoria francesa al proporcionar información sobre las
posiciones del ejército austríaco.
Una nueva tripulación
Muy poco después,
el 21 de noviembre de 1783, de este
primer ascenso en globo tripulado por humanos, el aerostato de los hermanos Montgolfier remontaba de nuevo el vuelo
con Pilâtre de Rozier a bordo, acompañado
esta vez por el marqués François Laurent
de Arlandes.
Es el primer vuelo libre en globo realizado
por el ser humano y con el que arrancaba esta pequeña saga que por ahora dejaremos
aquí, no sin adelantar algunos detalles sobre nuestro primer piloto de globos aerostáticos.
Sobre su primera
ascensión aerostática Pilâtre escribió una obra, cuyo título es Première éxpérience de la Montgolfière,
editada en 1784, y también varios artículos científicos que aparecieron en el Journal de Physique.
Tras realizar otros
vuelos con otros acompañantes, el profesor de física y química se propuso
cruzar nada menos que el Canal de la Mancha, en el sentido de Francia a
Inglaterra. Pero claro, dada la enorme distancia a recorrer -su anchura varía
entre los treinta y tres coma tres y los doscientos cuarenta kilómetros
(33,3-240 km)-, con buen criterio consideró que con una montgolfiera este viaje no sería posible.
Era evidente que
ella sola no podría elevar los grandes depósitos de combustible necesarios para
calentar el aire durante el viaje, de ahí que optara por una variante: un globo
doble que constaba de una cámara de aire
caliente situada por encima de una cámara llena del ligero gas hidrógeno, H2 (g). (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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