Se trata de un término que no encontrará en el
diccionario de la RAE, y sin embargo su uso es frecuente en la literatura
escéptica relacionada con el pretendido estudio científico de las pseudociencias, lo paranormal, el
universo del misterio, en fin tito tatín tatín... que diría aquél.
Una palabra, neologismo
chorra, que proviene de una beocia fusión entre magia y ufología. Vamos
que es una mezcla de platillos voladores e ilusionismo que puede sonar curiosa
pero que, ¡ojo!, no por ello deja de ser una falacia, una milonga. Y aunque es
utilizada entre los escépticos, lo cierto es que fueron los propios magufos los
que empezaron por presentarse a sí mismos como tales.
Apareció en la primera lista escéptica que hubo, la de la ULPGC, y con él se referían a las personas
que creen en una determinada interpretación de supuestos sucedidos normales,
pero que ellos suponen extraordinarios, insólitos y mágicos. Trato de decirles
que el término no fue un insulto en sus orígenes, pues semejante beocia la
inventaron ellos mismos, así que las quejas al maestro armero.
El caso es que en la actualidad su significado depende de quien lo
emplee, y en sentido estricto hace referencia a aquellos individuos que, de una forma u otra, explotan la credulidad ajena. Sirve por tanto para designar a esa fauna
despreciable de falsos videntes, médiums, investigadores de platillos
volanderos, homeópatas, astrólogos, curanderos, “médicos alternativos”. Seres
de túnicas blandas y caras duras que pululan entre la credulidad y la
ignorancia de la gente. Precaución.
Pero dicho término alude también a aquellas personas que, con engañoso
siempre y fraudulento a veces rigor científico, escriben en revistas del ‘rollete’
esotérico, publican libros sobre asuntos mistéricos o emiten programas
milenaristas de radio/televisión sobre estos temas. Así entendido, magufo, es la descripción de una forma
de pensar y actuar.
Un calificativo que se da a aquellos que promueven y explotan el
pensamiento pseudocientífico, estando activamente comprometidos e interesados
con su falsa ciencia, tanto a nivel económico como profesional. Son los magufos
profesionales, los que viven de eso, bueno de eso no, viven del dinero que le
sacan a usted. Junto a la anterior ésta es una acepción peyorativa, así que
precaución con ellos también.
Y por último están los magufos crédulos.Personas poco
críticas y confiadas que por diferentes circunstancias de la vida, desgracias
familiares, problemas de salud, etcétera, terminan siendo clientes de estos
“profesionales del ocultismo”, consumidores de su costosa y falsa medicina o
lectores de su ignara pseudociencia. Y todo ello con los riesgos consiguientes
para su salud, a veces, y su economía, siempre. Caución con ellos.
Como Bunge dejó escrito: “Las pseudociencias son como las pesadillas,se desvanecen cuando se las examina a la luz de la ciencia”.
[*] Introduzcan en [Buscar
en el blog] las palabras en negrilla
y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 14 de septiembre de 2018 en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer.
¿Cómo sabe uno que es un magufo?
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