Para cuando estas líneas salgan a la calle faltarán poco más de cuarenta
horas para que este verano de 2018
llegue a su fin, algo que sucederá a ciencia cierta el próximo domingo 23 de septiembre a las 3 h 54 min, tras haber
durado casi 94 días.
Es lo que tienen las estaciones
astronómicas, que al decir del rapsoda duran justo lo que tarda en llegar
la siguiente, en este caso el otoño,
y que nos llegará en ese día y momento con el fenómeno conocido como equinoccio de septiembre u otoñal. Eso al
menos dicen las inexorables leyes físicas que gobiernan los cielos, algunas de
las cuales estudiamos en las ciencias bachilleras.
Un final del verano astronómico
se entiende y no meteorológico, que
éste va a su aire y tiene sus propias y caóticas leyes climáticas. Y ya de la que va aprovecho la ocasión para iterar una cuestión. Tanto
equinoccio como solsticio son
fenómenos que se corresponden con un momento singular en el universo, o lo que
es lo mismo, sólo duran un instante de tiempo.
Trato de decir que el cambio astronómico de estación se produce
instantáneamente, así que no es una fecha del mes, ni dura un día entero,
aunque acostumbremos a llamar equinoccio o solsticio al día en el que transcurre
ese instante.
Por el contrario el cambio meteorológico de estación no se produce de
forma instantánea o repentina. A causa del doble y continuo movimiento de
rotación y traslación terrestre, este cambio se va produciendo de forma gradual
y constante, con el sucesivo transcurrir de los días, semanas y meses.
Luego hay un verano astronómico y un verano meteorológico, y aunque
pueda parecer que son iguales resulta que no son lo mismo. Como tampoco lo es
el final del verano y el del veraneo,
que casi nunca coinciden. Una cosa es el periodo de diversión estacional, algo
humano y sometido a su voluntad, y otra la duración de la estación astronómica,
sobre la que sólo mandan las inviolables leyes del universo. Ya ven por donde
voy.
Escribo estas líneas sentado en la orilla derecha del rio Guadalquivir,
mientras languidece la luz de la tarde septembrina del miércoles, y se me viene
a la memoria una canción de mi adolescencia, Amor de verano (1963) del grupo de pop español Dúo Dinámico.
Ése es su título aunque todos la conocemos como ‘El final del verano’, que en realidad son las primeras palabras de la letra del tema. Perdonen la referencia musical, pero es que ya tengo una edad. La balada empieza así, sirva de cita de despedida:
El final del verano
llegó y tú partirás.
Yo no sé hasta cuando
este amor recordarás.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog]
las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información
sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció
publicada el 21 de septiembre de 2018 en la contraportada del semanario Viva
Rota, donde también la pueden leer.
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