(Continuación) Y la razón ya se la habrá imaginado pues, como seguro sabe,
casi nada en esta vida es tan sencillo como parece.
No, casi nada lo es, pues una cosa es la teoría y otra bien diferente la
práctica. Y nuestra bombilla no entraba dentro de ese casi. Resulta que el
proceso de sustituir una bombilla halógena por otra de diferente tecnología, no
era en 2016 tan sencillo como el simple hecho de desenroscarla y enroscar otra
en su lugar.
Era más difícil deshacerse de ellas de lo que se pensaba, y de ello
advirtieron los fabricantes argumentando que el reemplazo luminario, ya se
sabía que era la bombilla LED, aún
no resultaba viable. Ni la tecnología estaba lista aún, ni era económicamente
accesible como para sustituir al cien por cien (100%) a las antiguas.
Es decir que no había forma humana de relevarlas entonces, razón por la que
en 2016 se siguió permitiendo su comercialización para uso doméstico hasta
2018. Una moratoria necesaria tanto para que se reconvirtiera la industria de
fabricación, como para que los consumidores se prepararan para el cambio.
Pero al parecer, en la actualidad y en principio, ya estamos listos para
darlo. Por eso es ahora, en estos inicios septembrinos, cuando se ha llevado a
cabo, además con buenas perspectivas económicas para el planeta, las empresas y
los hogares.
Una
medida efectiva
Buenas porque existen evidencias a favor de que las últimas normativas ambientales
puedan aumentar la eficiencia, innovación y competitividad de las empresas, lo
que es bueno para todos.
Entre sus objetivos, para 2020, la Comisión
Europea espera mejorar la eficiencia energética en un veinte por ciento (20%)
y aumentar esta cifra entre siete y diez puntos, hasta el treinta por ciento, para
2030.
Según este organismo, ya en el 2020 se alcanzará un ahorro de electricidad
equivalente al consumo anual de once millones (11 000 000) de hogares y una
reducción del recibo de la luz de un quince por ciento (15%).
Sí, todo apunta a que la transición a la tecnología LED va a conllevar un ahorro a los ciudadanos de la UE. Aunque
dependerá como es lógico del tamaño de la familia y del tipo y número de
bombillas que se utilicen, se espera que gracias al menor consumo de
electricidad, un hogar medio pueda tener un ahorro neto de entre veinticinco y
cincuenta euros (25-50 €) al año.
Ya veremos en lo que queda, pero bueno, algo es algo y por supuesto más que
nada. Lo seguro es que el futuro a corto plazo estará iluminado por bombillas ledes. De modo que sin
solución de continuidad pasamos de las ya casi obsoletas halógenas a las casi novedosas ledes. (Continuará)
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