Las ilusiones ópticas son percepciones visuales que a pesar de no
ajustarse a la realidad, nos ayudan a entender cómo vemos y reconstruimos el
mundo que nos rodea. Ellas ponen de manifiesto que, como algunos creen,
nuestros ojos no son cámaras de vídeo que graban todo lo que ocurre, no, la
cosas no funciona así.
También interviene nuestro cerebro, que interpreta y reelabora la
información que proporcionan nuestros sentidos, en un proceso evolutivo que la
mayoría de las veces, lejos de darnos problemas por el contrario nos ayuda.
Pero a veces, en determinadas
circunstancias, resulta que no tenemos suficiente información o nos influye el
contexto y esta reconstrucción resulta ambigua o defectuosa. Son las ilusiones
ópticas que hacen que no nos fiemos de nuestros propios ojos. Una cuestión
entre nuestro cerebro y nosotros, como esta ilusión entrelazada, con un efecto de falso entrelazado.
Creada en 2002 por Baingio Pinna, investigador italiano de la Universidad de Sassari
en Italia, en realidad las líneas curvas son circunferencias concéntricas aunque nos parezca que se cruzan. Esa es la ilusión creada por los
cuadrados blancos y negros, que se alternan en color y en inclinación, que la
forman. Con las pistas que recibe, el cerebro infiere
que está ante una espiral, aunque se
traten de circunferencias.
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