domingo, 19 de agosto de 2018

“Después de la leche, nada eches”. Mito (1)

Si tiene ya cumplido el medio siglo de vida, seguro que de pequeño oyó infinidad de veces por parte de padres o abuelos la frase de más arriba, y además lo hizo percibiendo en ella cierto tono de advertencia acompañado de una pizca de alarma alimenticia.
Incluso es probable que ya de mayor usted mismo la haya seguido repitiendo, sin plantearse a pesar del tiempo pasado si es cierta o no. ‘Probable’ digo porque, si se saca el tema en una conversación, no es raro oir que alguien lo repite: “Yo lo he oído toda la vida, así que debe ser verdad. Después de la leche no se debe tomar nada más pues ésta se corta y eso no es bueno”.
Y ‘si es cierta o no’ porque en principio y por lo que nos decían entonces, corríamos peligro de sufrir un grave problema digestivo al cortarse la leche. Pero el tiempo ha pasado, ¿es realidad o se trata de una falsa leyenda alimenticia?
Bueno pues vaya de entrada y sin más dilación que NO ES CIERTO, y que el mito es falso de toda falsedad. Después de la leche se puede tomar uno lo que quiera, esa es la verdad lo diga quien lo diga, pues sabido es que “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”.
Es así y paso a argumentárselo exponiendo, primero, lo que dice el falso mito, después, lo que se infiere de la lógica empírica y, por último, lo que demuestra la ciencia académica.
“A la leche, nada eches”. Mito falso
Con la susodicha advertencia nuestros mayores nos prevenían para que, tras beberla, no tomáramos ningún alimento después, ya fuera fruta o cualquier otro, pues el ácido que contienen cortaría la leche y nos provocaría graves problemas digestivos.
En aquellos tiempos estaba, y por lo que tengo comprobado sigue estandolo aún, en boca de muchas personas con pequeños a su cargo expresiones del tipo: “Niño ten cuidado, no te tomes eso despues de la leche a ver si se te va a cortar”.
En casa, cuando éramos pequeños, mamá lo concretaba sobre todo en el zumo de naranja que nos hacía y en el que ponía especial atención. Nunca nos dejó tomar el vaso de zumo después de habernos bebido la leche, pues al juntarse, decía, se cortaría y eso no era bueno.
Ahora bien, al revés sí. Curiosamente, aunque se juntaran igualmente en el estómago, al caer ella (la leche) sobre él (el zumo) aquella ya no se cortaba. Eso afirmaba mi madre y, ni que decrile tengo que mis hermanos y yo lo aceptábamos a modo de principio de autoridad clásico y aristotélico.
Vamos que lo aceptábamos como cierto y sin necesidad de someterlo a debate alguno porque, la verdad sea dicha, resultaba que la experiencia demostraba que era cierto. Nunca ninguno de los hermanos nos pusimos enfermos al tomarnos primero el zumo y después la leche, nunca. Una prueba inequívoca a nuestro entender de que mamá estaba, como casi siempre, en lo cierto. Lo que no sepa una madre. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.




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