miércoles, 29 de agosto de 2018

De la leche cortada, Agamenón, su porquero y la verdad (y 2)

(Continuación) Al muy taimado le basta con plantearlos pues es muy consciente de la imposibilidad de alcanzar alguna verdad absoluta. Es más, está convencido de que la penúltima palabra en esta cuestión pertenece al campo de las credulidades y creencias, si no de qué ese su socorrido “eso es lo que usted cree”. O sea.
Acerca de la verdad
No obstante, más adelante, el poeta nos ofrece una diferencia entre “la verdad de razón” y “la verdad de hecho”. Lo hace a partir del conocido principio que nos dice que toda regla tiene su excepción, y con él realiza un ejercicio de sofística para terminar proponiendo un dislate: “Continuar por razonamientos encadenados, hasta alcanzar el vórtice de la estupidez”.
De nuevo Mairena hace referencia a la verdad, al explicar que un filósofo nunca renegaría de ella si la oyera de labios de su porquero, porque en eso consiste el privilegio de los grandes filósofos, sin embargo, avisado como está por la vida, afirma: “la mayoría de los hombres preferirá, a la verdad vulgarizada..., la mentira ingeniosa o la tontería sutil”. O sea que.
Ni que decir tiene que por definición la verdad es la del rey Agamenón, y lo es no ya porque la diga él, sino porque seguiría siéndolo aunque fuera el señor porquero quien la dijese. Pero claro, es un buen subdito leal, si bien ignorante e iletrado aunque lo suficientemente suspicaz como para que le chirríe la unívoca y taxativa declaración del desconocido. De modo que emite su “No me convence”.
Así que es muy probable que el hombre porquero diga la verdad que calla el hombre rey, pero siempre será la verdad de un hombre que trabaja rodeado de los excrementos de los puercos y no la del hombre cultivado que ganaba batallas y gobernaba pueblos.
O sea que también en la verdad hay categorías, clases y grados, si bien nuestro Mairena se pone nuevamente de perfil y se cura en salud, cuando nos lega otra de sus sentencias: “Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre”. O sea que sí.
Del sabio desconocido y del monarca
Los comentarios de Agamenón (“Conforme”) y del porquero (“No me convence”), al hablar por propia voz contextualizan de manera evidente que una tercera persona, que no es Juan de Mairena, es la que pronuncia la afirmación del ‘Initium’: “La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero”.
Por cierto, antes de que se me olvide, permítame que me atreva a recomendarle la lectura del libro Juan de Mairena de Antonio Machado. Sáquelo de la biblioteca pública, cómprelo o, mejor aún, pídalo como regalo para la próxima celebración porque poseerlo merece la pena. Se lo aseguro. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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