(Continuación) El mismo código que les obligaba a anunciarse con cierta frecuencia en los
carteles, con animales de encastes duros como los Miura. No es que no tuvieran vacadas preferidas para sus tardes de
gloria, por supuesto que sí, y naturalmente que hacían uso de la prerrogativa
de ser primeras figuras del toreo para imponerlas en ciertos festejos. Cómo no.
Pues claro.
Pero ese comportamiento en absoluto era incompatible ni les eximía de
medirse una tarde, en ferias importantes como Sevilla, Madrid, Pamplona, con
dos de estos morlacos. De hecho esa lidia la veían no solo compatible, sino
complementaria y congénita a su condición de matador de primera línea.
Vamos que había que lidiarla sí o sí, y además sólo y nada menos que por el
mero hecho de sentirse y saberse torero. Pero eso era antes, en los antañones
taurinos.
En la actualidad y desde hace unos cuantos años los nuevos aires de la
tauromaquia traen otras corrientes ‘toreristas’, y ya los primeros espadas no
tienen a gala lidiar miuras y triunfar con ellos. Si lo piensa un momento no encontrará
una sola figura del actual escalafón que lo haga, y lo que es peor aún, algunas
de ellas lo más cerca que han estado de un Miura es en fotografía.
O eso es lo que dicen las lenguas anabolenas del mundillo taurino, de un
matador que pasa por ser el culmen del paroxismo. Pero bueno, qué sabrá uno
siendo además quien es. Así que vaya usted a saber.
Descartada la categoría de naturaleza histórica, “han matado más toreros
que ninguna otra”, como explicación del peligro cierto que el encaste tiene, cambiemos
de tercio y vayamos por la segunda, la morfológica.
De naturaleza morfológica: “Tienen una vértebra de más”
Es la más conocida de las leyendas que orbitan
alrededor del ‘universo miura’, como justificación de que, supuestamente, esta
ganadería sea más capaz de alcanzar a un torero que otras.
Una hipotética vértebra que haría que su cuello fuera más largo y, de esta forma, se
pudiera volver más rápido, dando esos violentos “gaitazos” que sorprendían a los
toreros. Un distintivo morfológico que distinguiría a los especímenes de este
hierro del de los demás congéneres y que es falso de toda falsedad como es bien
fácil de comprobar: basta con ir a un matadero y contar.
Nunca nadie ha aportado nada que se parezca a
una prueba científica, de modo que los
Miura no tienen una vértebra más que el resto de sus congéneres aunque, siempre
hay un pero en cualquier cesta de la vida, puede que haya parte de razón en esta
imaginativa especulación transmitida vía oral, que roza la pseudociencia.
Ya que estoy, abro un corto paréntesis a
propósito de la falsa vértebra de más de nuestros astados, han de saber que la
mayoría de los mamíferos tienen el
mismo número de vértebras cervicales, siete
(7).
Desde uno tan pequeño como el ratón hasta,
aunque les parezca increíble, la jirafa, pasando por el hombre y claro los
toros. Lo que no inhabilita que haya excepciones por supuesto, precisamente las
mismas que justifican la regla anatómica y que en otro momento les cuento. Cierro
paréntesis. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar
en el blog] las palabras en negrilla
y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
Son las entradas más científicas, amenas y divulgadoras sobre el mundo de los toros que he podido leer en mucho tiempo. Le animo a continuar y a que escriba en alguna revista especializada.
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