(Continuación) Un aparato que según publicó en Medical Thermometry medía, aproximadamente, 6 pulgadas (15 cm) de
largo, de modo que un médico lo podía llevar metido cómodamente en un bolsillo
de su bata y era capaz de registrar la temperatura en tan solo cinco minutos (5 min).
Después lo sustituyó por otro de tres pulgadas (7,5 cm) que acabó
convirtiéndose en el prototipo de los termómetros clínicos de mercurio. O sea
que bien también por el británico Allbutt.
Otros termómetros
clínicos
Unos dispositivos que a mediados del siglo pasado empezaron a ser
sustituidos por el termómetro clínico
electrónico, inventado en 1954 por el dentista militar estadounidense George T. Perkins, que presentaba la
novedad de no necesitar ser cogido con la mano pues bastaba con agitarlo e
introducirlo debajo de la lengua durante sólo cinco segundos ¿Les suena?
El siguiente paso lo dio el fisiólogo alemán-estadounidense Theodor H. Benzinger, experto en biotermodinámica,
ciencia que estudia las variaciones térmicas corporales, quien inventó el termómetro de oído en 1964.
La idea le vino a partir de una pequeña sonda que había diseñado para
estudiar cómo el cuerpo mantiene su temperatura. Y es evidente que el tímpano es una buena zona para detectar
la temperatura corporal porque está muy cerca del hipotálamo, que actúa como el termostato del organismo humano.
Sin embargo no fue hasta 1984, cuando el médico y prolijo inventor David Phillips desarrolló el termómetro de oído infrarrojo, que en
todo el mundo está considerado el estándar para tomar la temperatura central de
un cuerpo.
Del
mercurio a lo digital
En la actualidad y desde el pasado 10 de abril de 2014, están prohibidos
los termómetros de mercurio, basados
en la capacidad de dilatación con la temperatura que algunos líquidos tienen al
estar contenidos dentro de una columna de cristal graduada.
Sustancias entre otras como aire, agua, alcohol o mercurio, si bien solo
éste por su toxicidad junto al metal cadmio
(Cd), tiene prohibida su presencia en cualquier dispositivo medidor, así
como en pilas y baterías.
De modo que ni termómetros ni otros instrumentos destinados a uso
industrial -como barómetros, higrómetros, manómetros, esfigmomanómetros,
extensímetros que se utilizan con pletismógrafos, tensiómetros y otras
aplicaciones termométricas no eléctricas- se podrán utilizar ya, dado el riesgo
que representan tanto para la salud humana como para el ambiente.
No en vano el mercurio está considerado uno de los diez productos químicos que
más preocupan por su insana influencia en la salud pública. Una prohibición que
como consecuencia ha extendido por decreto ley, el uso de los actuales termómetros digitales.
Unos aparatos que a diferencia de la expansión de un líquido, funcionan analizando
la radiación infrarroja (IR) emitida por el cuerpo humano, y que
al depender de una señal eléctrica realiza la medición en menos de dos segundos,
incluso a distancia, y mostrando la temperatura en un visualizador.
Aunque he ido dejando algunos flecos sueltos que habrá que hilvanar, hasta aquí
llegan, al menos por ahora, estas entradas relacionas con el 98.6 musical.
(‘Hey 98.6 it's good to have you back again,
oh /
Hey 98.6 her lovin' is the medicine that saved me / Oh I
love my baby).
[*] Introduzcan en [Buscar en el
blog] las palabras en negrilla
y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
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