viernes, 15 de junio de 2018

‘Vasija y jardín’

(Continuación) Segunda de las historietas junto a ‘Cómo se abrió el camino’ y que con el poema ‘Caminante no hay camino’ conforman la terna de lecturas prometida.

‘Vasija y jardín’, dice así: “Cuenta una leyenda india que un hombre transportaba agua todos los días a su casa, usando dos vasijas que llevaba sujetas en los extremos de un palo y que cargaba sobre sus hombros. Como una era muy vieja y tenía pequeñas grietas, cada vez que el hombre recorría el camino de vuelta, la mitad del agua se salía por ellas perdiéndose al caer al suelo.
Y así sucedió durante años, en los que el hombre hizo siempre el mismo recorrido y la vasija más joven aprovechaba para mostrarse orgullosa de su trabajo, segura de estar a la altura de la misión para la cual había sido creada. Orgullo de vasija, que lo llamaría alguien. Mientras, la otra vasija, la vieja, se moría de vergüenza consciente de que a duras penas cumplía con la mitad de su tarea. Y en su enorme disgusto apenas le servía de consuelo pensar que aquellas grietas eran, precisamente, el fruto de muchos años de servicio, de muchas idas y venidas portando agua, de mucho trabajo bien realizado.
Tan avergonzada estaba que un día, mientras el hombre sacaba agua del pozo, decidió hablar con él: “Quiero pedirte disculpas. Debido a mi largo uso sólo consigues entregar la mitad de la carga y así apenas sacias la sed de tu casa. Lo siento”. A veces parece que las vasijas pensaran como los hombres.
Sin embargo al oírla el hombre sonrió y le respondió: “Mientras regresemos observa con cuidado el camino”. Así lo hizo la vasija y asombrada pudo ver que por el lado donde ella iba, habían crecido muchas flores y plantas. “¿Ves que la naturaleza es más bella por tu lado?”, le comentó el hombre. “Como sabía que estabas agrietada resolví aprovechar este hecho y sembré flores, hortalizas y legumbres, las mismas que tú has ido regando durante años. Y gracias a ellas he recogido rosas para adornar mi casa y he alimentado a mi familia con lechugas, coles y cebollas ¿Cómo podría haberlo hecho, si no fueras cómo eres?”
Sabido es que todo y todos, llegado el momento, envejecemos y perdemos cualidades, es algo tan cierto como evidente. Pero lo que quizás no es tan sabido y evidente, aunque no por ello menos cierto, es el hecho de que gracias a ese paso del tiempo adquirimos otras cualidades que siempre, si se quiere, se pueden aprovechar. O al menos eso creo o quiero creer.
Aunque si les soy sincero, tengo para mí que la vieja vasija de la leyenda ficticia, salió mejor parada que muchos humanos viejos de la vida real. Sí, estoy convencido. Aunque también puede ser que, a veces, algunos hombres pensaran como las vasijas. (Continuará)

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