No, no me refiero a tatuajes de motivos
musicales. De esos ya han venido algunos a esta categoría de Enroque de ciencia, y no, no es eso. Lo
de ahora es casi una categoría nueva.
Una vuelta de tuerca más al asunto
tatuajero porque lo que grabamos en nuestra piel es, ni más ni menos que el
propio sonido, cualquier sonido, el
que queramos: una canción, las voces de nuestros seres queridos, los sonidos de la naturaleza, etcétera.
Lo que se le ocurra se puede tatuar en
la piel para, ahora viene lo mejor, poderlo escuchar cada vez que quiera. Como
lo lee, ¿no le parece fantástico? Les hablo de un grabado dérmico que suena, de
arte sobre arte como quien dice, y no es una futurible quimera pues ya es una realidad
presente!
Hombre de Hielo de Ötzi
Lejos queda el conocido como Hombre de Hielo de Ötzi o de
Hauslsabjoch, y su cuerpo con casi sesenta tatuajes, la momia natural más
antigua de Europa por ahora de la que, gracias a la técnica del carbono-14 sabemos que son los restos
de un hombre del Neolítico de hace
más de tres mil años.
Y es que, en realidad, aunque el mundo
del tatuaje nos pueda parecer que es
de lo más moderno, se trata de un arte milenario y quizás uno de los primeros
en conocerse. De hecho del origen del
tatuaje apenas sabemos nada con exactitud, y lo único que se apunta es lo
que les comento en la entrada de Ötzi. Por los restos encontrados, es probable
que los hombres euroasiáticos del periodo Neolítico fueran los primeros
tatuadores, hace de esto ya una manita de miles de años.
Pero volviendo al tatuaje con sonido,
son varios los flecos que he dejado suelto en este introductorio, de los que
ahora les explicito un par: ¿Quién, cuándo, dónde y por qué se inventa? ¿Cómo
es posible que podamos oir un tatuaje?, sinduda es una broma ¿no?
Por supuesto que no. Y sin pérdida de
tiempo, por lo leído, les diré que la historia del tatuaje sonoro es bastante reciente ya que se remonta a la
primavera de 2017 en los Estados Unidos y tiene una intrahistoria curiosa y
humana, demasiado humana.
Tiny Dancer de Elton John
Todo empieza cuando Juliana, una joven
estadounidense de Los
Ángeles, California, vio el tatuaje que un amigo se había hecho con las ondas
sonoras del comienzo de Tiny Dancer
(1971), uno de los temas más conocidos del músico inglés Elton John y que comienza con: “Blue jean baby, L.A. lady, seamstress
for the band”. En fin, eran otros tiempos.
Y como mujer que es, le dijo a su novio tatuador Nate Siggard: “¿No sería genial si además
se pudiera escuchar el tatuaje?”. Ya saben que para los estadounidenses está a la orden del día el uso de la expresión “es
genial”, y que como muletilla les sirve para casi todo, pegue o no pegue, que
eso a ellos no les hace al caso.
Que no es el ídem en el tatuaje sonoro para
el que viene que ni pintado, pues no solo es un genial tatuaje que suena
sino que además, sirvió de inspiración creativa a su novio que se puso manos a
la obra. Bien.
A qué dudar que desde nuestros primeros
padres, Eva y Adán, es poco, muy poco, lo que no pueda conseguir una mujer de un
hombre. Lo llaman la fuerza del amor y está bien que así sea, como igual de
bien lo está su viceversa, y lo que consiga un hombre de una mujer. (Continuará)
Muy interesante, espero que continúe pronto
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