(Continuación) Y por lo que se ve han
venido con la intención de quedarse, eso parece estar claro. Lo que no lo está
tanto es si, a pesar del tiempo transcurrido desde su implantación, sabemos
circular de forma correcta por ellas. Una cuestión ésta, retórica donde las
haya porque al parecer no lo hacemos.
Se trata de una incapacidad que es
fruto de la falta de pericia o responsabilidad de los conductores y/o de la
ignorancia o desconocimiento de las normas de circulación en ellas. Y eso que
la teoría es bien simple: tiene prioridad el que ya está en la rotonda, y debe
ceder el paso el que va a entrar en ella. Sencillo ¿verdad?, pues no, en la
práctica resulta que va a ser que no. Como dijo el enigmático humanista francés
François Rabelais: “La teoría no me
sirve; la práctica sólo un poco”.
Lo que se traduce en el hecho de que a
veces, algunas rotondas sean un caos. Es lo que suele ocurrir cuando nos
topamos con uno de los que piensan que siempre tienen la prioridad, y no les
importa si están ya en ella o van a estarlo, total qué más da si tienen la
preferencia. Son de ese tipo de personas que con un volante en las manos van
cómo quieren y por dónde quieren y no saben ni entienden otra cosa. Qué le
vamos a hacer, los estultos son así. Claro que también ocurre con aquellos que
conducen con miedo, seguro que han coincidido con alguno, y tanto temor tienen
que no se atreven a utilizar su derecho al paso.
Son otros que no saben, otra clase de
ignorancia, y dejan pasar a quienes deben esperar, con las consecuencias que ya
conocen. Atasco peligroso en la rotonda. Y si por esto no fuera bastante, a
esta ceremonia de la confusión vial algunos ayuntamientos también asisten con
alguna que otra ocurrencia como, por citar una, la de volver a poner los
semáforos que quitaron al sustituirlos por la rotonda. Típica y tópica
contradicción municipal, con el consiguiente colapso rotondero, esta vez, vía
decreto. Sin duda la institucional es otra clase de beocia.
Por cierto, ¿cómo circula usted por las
rotondas, bien o mal? ¿Las ve como un invento benéfico o como una ocurrencia
demoníaca? Por último, sepan que al saber que iba a escribir este enroque, uno
de los comensales me insinuó este título: “Rotondas, esas trampas
desconocidas”. Como ven le he hecho caso, al fin y al cabo es un servidor quien
da la cara.
[*] Introduzcan en [Buscar
en el blog] las palabras en negrilla
y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
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