Creo que el título del ejemplar recomendado
de hoy no deja lugar a duda. Se trata de un (nuevo) intento de divulgar las ciencias, con la particularidad de que
en este caso es bueno y está destinado tanto a los más pequeños (a partir de
ocho años) como a curiosos en general. Ya saben, divulga que algo queda.
A lo largo de sus cuatro docenas de
páginas su autora desarrolla veintiuna preguntas “estacionales” de lo más
curiosas, enmarcadas en coloridas ilustraciones alusivas: ¿Cuándo llega la primavera? ¿Por qué las plantas son verdes? ¿Los
animales se enamoran? ¿Cómo saben las plantas que es hora de florecer? ¿Por qué
hay tantas alergias en primavera?
Preguntas cada una de ellas compartimentadas
en tres apartados, con un contenido no muy extenso, y desarrolladas en un
lenguaje sencillo y claro que no está exento de rigor científico. Unas características
que unidas al hecho de haber sido concebidas como unidades didácticas
independientes, facilitan y no poco su lectura. Trato de decirles que estamos
ante un libro que se puede “ojear” y “hojear”. Ya ven por dónde voy.
Uno deriva de ojo y significa mirar
rápida y superficialmente a algo o a alguien, siendo sinónimo de “echar un
vistazo”, expresión que utilizamos cuando miramos algo por encima, de manera
muy rápida, como a vuela pluma. El otro término, por cierto homófono y con
quien no debe confundirse, “hojear”, deriva de hoja y significa pasar
rápidamente las hojas de una publicación. Pues eso, léanlo antes de que acabe
la primaveral estación astronómica, este año algo distanciada de la
meteorológica. El tiempo está loco. Recuerden:
'Ciencia para pasar la primavera'
Valeria Edelsztein
Javier Reboursin (ilustraciones)
Ediciones iamiqué
¿Dónde se puede adquirir?
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