(Continuación) Dibujante y pintor aficionado, llegó a recibir el encargo de
pintar una mujer torera desnuda y gozó de cierta fama como humorista
iconoclasta y escritor. Con veinte años de antelación intuyó la nanociencia y la nanotecnología, lo que no fue óbice para que se convirtiera en un
consumado percusionista de jazz, amante de los bongos y experto en abrir
cerraduras y cajas fuertes, incluidas las del ejército.
Le explicó física al mismo Albert Einstein
y contribuyó de forma significativa a la física de la superfluidez del helio
líquido (He (l) subenfriado, a
la par que no se recató en suscitar polémicas declaraciones cuestionando la religión y en luchar contra la pseudociencia de los fenómenos paranormales. Que se lo digan
si no a Uri Geller, que no salió
bien parado en una actuación de la televisión estadounidense en la que estuvo
él, pero que tan fácilmente engañó en la española al recientemente fallecido
José María Íñigo.
Formuló la mecánica cuántica mediante
las ‘integrales de camino’. Inventó
una representación sencilla y ampliamente usada, conocida como diagramas de Feynman. Y colaboró en la
teoría que describe las interacciones
electromagnéticas entre partículas
elementales. Claro que también llegó a tocar con maestría la ‘frigideira’
en una banda de samba brasileña, fue un empedernido asiduo de los bares donde las
camareras trabajaban en topless y se convirtió en una estrella de la televisión.
Por otro lado hizo aportaciones a la física
de la materia condensada y la computación
cuántica entre otros campos, sin olvidarnos que llegó a investigar el
desastre del transbordador Challeger
que se desintegró en 1968, y ha pasado a la historia de la divulgación
científica por sus extraordinarios libros y geniales lecciones. Bueno, hasta formó
parte del selecto Club de la corbata del
ARN (RNA Tie Club), siendo el
miembro número ocho, la GLY (glicina).
Ah, y para que no falte un punto de suspense, lo acusaron de ser un espía
soviético ¿Qué? ¿Cómo lo ve?
No hay duda de que estamos ante un prisma con muchas caras en las que
reflejarnos, pero que como tal figura geométrica, tiene alguna que otra arista
de las que cortan. Lo digo porque siempre hay un pero en el cesto de cualquiera
y el de Feynman no podría ser menos.
Aunque genial, al fin al cabo nuestro hombre era humano, demasiado humano como
diría Nietzche y quien es uno para
llevarle la contraria a semejante pedazo de filósofo. Por ponerle un pero
apuntemos aquí que, a diferencia de otros colegas contemporáneos suyos como Hans Bethe, Julian Schwinger o Viktor
Weisskopf, él no creó una escuela en torno a él ¿A qué pudo ser debido?
Acabo con un par de preguntas ¿Es suficiente este prontuario biográfico para
mostrar interés por este científico con aspecto de galán de película de bajo
presupuesto? ¿Qué le parece que hagamos? Quedo a la espera. (Continuará)
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